lunes, 20 de diciembre de 2010

La migración humana en la historia

Frecuentemente se tiene la idea de las sociedades antiguas como casi inmóviles, aisladas y autárquicas, sólo sacudidas por las guerras o los desastres naturales.

Sin embargo, las investigaciones históricas y arqueológicas nos brindan un cuadro muy diferente de la antigüedad. Los contactos y los consecuentes intercambios entre las sociedades pasadas han sido mucho más constantes de lo que se creía anteriormente.

Las diferentes sociedades, todas escindidas de un único tronco biológico humano, han comerciado y guerreado sucesivamente, luchando por territorios, recursos y hegemonía política, religiosa y étnica. Para esto, los desplazamientos a través de distancias a veces muy grandes han sido indispensables. Desplazamientos de individuos, grupos, ejércitos y aún poblaciones se han producido por milenios a lo largo de todo el orbe, hasta los rincones más apartados e inhóspitos, siempre a la búsqueda de los medios de existencia indispensables para perpetuarse.

Los contactos entre los diferentes grupos han tenido un impacto diferenciado, a veces han llevado a la extinción de un grupo debido a su absorción por otro o por su eliminación violenta. Pero también han llevado a una nueva época de progreso, por ejemplo, mediante la difusión de conocimientos y tecnologías. Se sabe que la domesticación del trigo, la metalurgia del hierro y la escritura alfabética fueron realizadas en el área comprendida entre Palestina e Irán, y que desde ahí se difundieron hasta el occidente de Europa, pasando por toda la cuenca mediterránea y quizá al oriente de Asia, pasando por el Asia central. El maíz se habría difundido igualmente desde una región en el México central hacia el norte y el sur, alcanzando tierras tan lejanas como el Perú. Tal difusión nunca constituyó un acto único, sino que requirió un largo tiempo, y se efectuó a través de muchos pueblos. Los francos del siglo VIII estaban lejos de suponer que las letras latinas que ellos perfeccionaron las debían a los ancestros de los árabes que los invadieron desde España, pero los griegos reconocían el origen semita de su escritura, llamándole “escritura fenicia”.

Los intercambios culturales más notables de la antigüedad tuvieron lugar en la cuenca del Mediterráneo, sobre todo en la parte oriental; ahí, egipcios, semitas, iranios, griegos, anatolios y turanios, convivieron por milenios, influyéndose recíprocamente. La guerra y el comercio fueron los vehículos de grandes avances tecnológicos y de profundas transformaciones sociales. Los griegos y fenicios, navegantes, piratas y comerciantes jugaron un papel relevante en estos procesos, fundando sus colonias mercantiles a lo largo del litoral, fueron los enlaces entre los pueblos del Mediterráneo, el Mar Negro y aún del lejano océano Índico. De los fenicios se considera que pudieron alcanzar el occidente de África y la Gran Bretaña, aunque no se establecieron en estos territorios. El surgimiento de Roma empujó al ocaso al Próximo oriente, al menos por un tiempo, pero este nuevo imperio pronto estableció comunicaciones regulares con tierras lejanas, sobre todo la India, Nubia, y el norte de Europa. Pronto se estableció una ruta de comercio casi legendaria, la “ruta de la seda”. De alguna manera no esclarecida, los romanos accedieron a la seda, entonces sólo producida en la remota China, esta tela, se comenzó a importar a través de varios intermediarios, trasladándola por tierra a través del Asia central hasta Siria, donde se preparaba una tela con diseño al gusto romano a partir de la fibra cruda o de la tela con dibujos orientales, que era destejida hilo por hilo y vuelta a tejer, para ser luego embarcada a Roma donde la adquirían los romanos ricos que pagaban en oro. La ruta de la seda fue un importante puente cultural, pues llevó el cristianismo al Asia central, así como la escritura alfabética (alfabetos uigur y mongol).

La caída del imperio romano no frenó estos contactos, salvo quizá en Europa, en proceso de feudalización, pero más allá, en el Asia, el empuje de los musulmanes arrojó a los decadentes bizantinos de Próximo Oriente y enlazó todo el norte de África con Asia y más tarde con Asia oriental a través del Asia central y de Insulindia. Los árabes, como es ampliamente reconocido, trasladaron conocimientos desde los antiguos centros de cultura de Oriente hasta la península ibérica, invadida por ellos en 711, así, los números arábigos, más bien indios, y la caña de azúcar, que tanta importancia tendrá en la historia de América, llegaron a Europa. Los árabes instalaron negocios en los puertos de China, se extendieron por la costa swahili en el África oriental, donde inauguraron un boyante comercio de esclavos, que eran llevados a Asia. Tras la batalla de Talas (Asia central) los musulmanes se apoderaron de expertos chinos en la fabricación de papel, que acabó por desplazar al pergamino. Con los árabes, la ruta de la seda alcanzó sus mayores cotas.

Es significativo, debido al atraso de los medios de transporte, que relativamente pocos árabes “de cepa” se desplazaran en las campañas de conquista, salvo en los primeros tiempos; las sucesivas oleadas musulmanas se integraron con nativos, beréberes en África del norte y persas en Asia, luego con turcos centroasiáticos, los musulmanes, sobre todo militares, pero luego funcionarios y letrados arabizados e islamizados se movilizaron en número de varios miles para conquistar nuevos territorios que fueron integrados a la cultura y religión islámicas.

La migración de pueblos, grupos y aún individuos ha tenido, pues, un efecto nivelador en el terreno de la cultura, llevando y trayendo conocimientos e ideas; las migraciones, aunque suelen acompañarse de violencia y aún aniquilamientos, también pueden sembrar las semillas de transiciones revolucionarias en los lugares donde se efectúan, como fue el caso de la invasión musulmana en España, que llevó un gran caudal de conocimientos a Europa, o la invasión de América por los europeos a partir del siglo XVI, que si bien significó una enorme destrucción y una catástrofe demográfica para los pueblos nativos, también implicó un impulso decisivo a la formación de las relaciones de producción capitalistas en medio del decadente mundo feudal, pues en las tierras americanas se hallaron reservas cuantiosas de metales preciosos (oro y plata) indispensables para reforzar la circulación monetaria, y además, las tierras eran suficientemente buenas para la explotación de un producto tan valioso como el azúcar de caña, que se realizaba con trabajo de esclavos africanos (cuyo tráfico era otro gran negocio colonial). Todo un entramado colonial sostenido en las espaldas de los pueblos indígenas, reducidos prácticamente a una esclavitud de apariencia servil.

Con el correr del tiempo, las migraciones humanas no sólo no han cesado, sino que aún tienden a incrementarse; después de la invasión de América, millones de europeos se desplazaron al “nuevo” continente, al sur de África, a Australia, etc. Después de 1900 el signo comienza a invertirse, y la migración se produce desde los países colonizados por los europeos y estadunidenses con dirección a Europa y los EU, pero no se trata como antaño de una migración de naciones o viajeros aislados, sino de una combinación de ambas, pues se trata de cientos de miles de desplazados que se mueven individualmente o en pequeños grupos gracias a los modernos medios de transporte. Estos migrantes no buscan recrear su nación, sino asimilarse a la nación a la que llegan, aunque con frecuencia se enfrentan a la xenofobia de los locales.

La migración moderna, pues, es un producto neto del estado de las relaciones capitalistas de producción bajo el imperialismo neocolonial, y corresponden a la tendencia inmanente a la nivelación mundial de los salarios y los precios, misma que es constantemente socavada por la acción de los monopolios de Estado, que ante todo buscan apropiarse de la fuerza de trabajo en las mejores condiciones para ellos, o sea, a los precios más bajos posibles, por lo cual alientan la migración ilegal, a fin de que los trabajadores migrantes vivan en un ambiente hostil que los obligue a vender barata su fuerza de trabajo, sin capacidad de apelar a la solidaridad de clase de los trabajadores nativos, teniendo lugar una división al interior de la clase obrera que beneficia directamente a los capitalistas.

La naturaleza decadente del capitalismo se manifiesta también en el hecho de que las relaciones de producción vigentes se oponen directamente a la acción niveladora de la migración de los pueblos, buscando manipularla en su propio beneficio, sin embargo, pese a esto, la rueda de la historia continúa su marcha, y puede decirse que la migración y los intercambios entre los pueblos son otros tantos engranes de esa rueda.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Poder y paramilitarización del narcotráfico en el México actual

Es frecuente escuchar en algunos medios de comunicación afines a las posiciones del Gobierno la tesis de que la violencia delincuencial que sacude al país no tiene diferencias fundamentales con la de antaño, sólo que como ahora el Gobierno se ha empeñado en una lucha frontal contra ella, entonces esta se ha recrudecido ya que los grupos criminales se baten en retirada.

Pero poca evidencia puede aducirse a favor de una tesis tan simple. Ciertamente México ha padecido la violencia de los grupos delincuenciales desde mucho tiempo atrás, por no ir muy lejos, desde los 1970s hacia acá, los narcotraficantes han sembrado el terror en muchas poblaciones rurales, y en los asentamientos marginales de las ciudades, los grandes capos de las drogas han sido, desde los 1980s verdaderos “señores de la guerra” en varias regiones del país, sobre todo en Sinaloa, Ciudad Juárez, Tijuana y Tamaulipas; al capo se le asocia siempre a un grupo armado, lo sicarios, encargados de proteger los cargamentos de drogas, al capo y a su familia, así como de luchar en las calles para defender o conquistar las rutas del trasiego.

Desde hace tiempo, el capo y el sicario han sido parte del abanico del crimen por lucro en el país, junto a otros como los secuestradores y ladrones. El Gobierno, presionado por los EU ha perseguido el narcotráfico desde los 1940s, pero con intensidad creciente desde fines de los 1970s, combate en el que se han comprometido no sólo las policías federales (PJF, DIPD, DFS, AFI, PFP, PF), sino las corporaciones estatales y aún el Ejército. Los resultados de esta lucha han sido poco halagüeños, miles y miles de agentes de seguridad han sido corrompidos con el dinero de los cárteles, los cuales se extendieron por el país conforme se incrementaba la demanda de drogas de los EU, muchos capos y sicarios resultaron muertos o cayeron presos, pero fueron remplazados y los cárteles siguieron operando.

Hacia 2005-2006, cuando llegó al poder la segunda administración panista, la violencia criminal se había tornado incontrolable, las operaciones “México Seguro” habían fracasado, y el Ejército estaba involucrado en la seguridad de varias ciudades. El nuevo Gobierno se empeñó en una “guerra al narcotráfico” cuya motivación se ha debatido ampliamente. Con esta consigna se desplegaron miles de soldados en las calles de las ciudades más golpeadas por la violencia callejera. El anuncio fue hecho por el presidente de la República, que lo hizo enfundado en una casaca militar y con una gorra con cinco estrellas bordadas en un gesto altamente simbólico, en el que el poder civil se asimilaba al militar, buscando crear la impresión de unidad nacional en torno al Gobierno.

Para desgracia del bloque dominante, el Gobierno no acompañó la aparatosa “ofensiva” con medidas realmente efectivas de combate al narcotráfico, sobre todo en el área de las finanzas, en el de atención a la salud, en la educación y el combate a la pobreza, de manera que la “guerra” acabó limitándose al despliegue de militares en las avenidas principales de varias ciudades del norte y occidente del país, y que resultaron muy poco efectivas para detener tan sólo la violencia callejera.

Más aún, la militarización de la lucha con el narcotráfico tuvo como efecto la paramilitarización de los grupos delincuenciales. Numerosos grupos de policías y soldados se unieron a los cárteles, incluso sin abandonar sus corporaciones, altos mandos de la PF y del Ejército han sido acusados de tener tratos con narcotraficantes, y no han sido pocos los casos en que corporaciones estatales y municipales han quedado divididas por la afiliación de sus integrantes a distintos cárteles.

De hecho, en los últimos cuatro años, la violencia se ha recrudecido, y ha tomado un cariz nunca visto antes al menos en las zonas urbanas, pues los enfrentamientos se han tornado en verdaderas batallas que se prolongan por horas, en los que se emplean armas pesadas, explosivos y hasta cohetes portátiles. Incluso estas batallas se han producido a plena luz del día, en lugares concurridos, lo que ha generado pánico en muchas ciudades, sobre todo del norte y occidente del país. Convoyes de policías y soldados han sido emboscados en carretera, y en poblaciones pequeñas los edificios públicos han sido arrasados, como ha sido el caso en Tamaulipas, concretamente en municipios como Mier, cuyos habitantes en su totalidad tuvieron que refugiarse en poblaciones vecinas.

El estado de Tamaulipas ha registrado los episodios más álgidos de esta guerra, a mediados de 2010 comenzaron a registrarse una serie de alarmas en los foros informáticos referentes a un incremento de la violencia, estas versiones fueron descalificadas en la televisión como campañas de rumores alarmistas o de plano como manipulaciones de los grupos delincuenciales. Pero pronto, gracias a muchos ciudadanos tamaulipecos que se arriesgaron a grabar videos y a publicar versiones en red, se supo lo que estaba ocurriendo en el estado. El Cártel del Golfo (CDG) había comenzado una verdadera campaña bélica contra el cártel de los “Zetas”, con el fin de expulsarlos de Tamaulipas, donde ambas organizaciones convivían.

Cabe hacer un apunte sobre el origen de los “Zetas”, pues es el indicador más saliente de la naturaleza de la “guerra”. Los Zetas fueron en su origen la guardia personal del capo Osiel Cárdenas, jefe del CDG, y que se dice desconfiaba profundamente de sus lugartenientes, por lo cual reclutó a varios desertores del Ejército, de los nuevos grupos de élite GAFE (Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales); los llamados Zetas comenzaron a ganar influencia dentro del cártel del Golfo, que controla la ruta de trasiego que va del Caribe al sur de Texas. Incluso cuando Cárdenas fue detenido y extraditado a los EU, donde permanece, los Zetas continuaron en ascenso, continuamente reforzados por militares mexicanos y centroamericanos.

Para 2005-2006, los Zetas ya podían considerarse un cártel independiente del CDG, con sus propias rutas y plazas fuertes, y con su líder Heriberto Lazcano, convertido en un capo, hombro con hombro con los “barones” de la droga.

Los Zetas se hicieron odiosos al CDG, que lanzó una campaña de propaganda llamando a la erradicación de los “fuereños” (los del CDG son tamaulipecos en su mayoría o así lo afirman, y los Zetas son de otros lados, sobre todo de Hidalgo). La oleada de 2010 fue liderada por el CDG, pero consta que recibió ayuda de otros cárteles, incluso rivales, sobre todo el de Sinaloa, y la Familia Michoacana, que enviaron sicarios en gran número a Tamaulipas a combatir a los Zetas. Según testigos y registros gráficos, las calles de las ciudades comenzaron a ser patrulladas por convoyes de camionetas tipo van con rótulos que decían “CDG”, o sea, Cártel del Golfo”, a manera de identificación; estos grupos armados se movilizaban impunemente, a la búsqueda de células de los Zetas, tomando carreteras, calles y poblados completos, participando en cruentos enfrentamientos, sin que las fuerzas de seguridad locales o federales actuaran en su contra, lo que hizo pensar que había un acuerdo para eliminar a los Zetas, quienes fueron diezmados, pero lograron refugiarse en Nuevo León, en la zona de Monterrey, y pronto comenzaron a contraatacar, logrando recuperar sus posiciones, y restableciendo al menos en parte su lugar en las rutas del Golfo.

Los Zetas significaron un salto cualitativo en la estructura de los cárteles, pues no en balde están integrados por soldados. Conforman un grupo paramilitar, organizado según ordenanzas y sumamente disciplinado, como demuestra la resistencia que manifestaron a la oleada del CDG de 2010, lucha que en muchas partes de Tamaulipas aún continúa. Además, los Zetas han sido constantemente denunciados por sus rivales por participar en toda clase de delitos para financiarse, y particularmente en secuestros, sobre todo de migrantes, como hizo patente el caso de la masacre de San Fernando, donde presuntos Zetas sacrificaron a 72 migrantes centro y sudamericanos. El CDG llamó significativamente a regresar al “negocio de ellos”, o sea, el trasiego de drogas, y dejar los delitos contra la ciudadanía, algo semejante a lo que proclama La Familia, creada a su vez por los Zetas en Michoacán, y luego enfrentada a ellos.

Esta evolución de los cárteles en grupos paramilitares se corresponde con la situación general de crisis del capitalismo, pues el cambio en las rutas de tráfico y el incremento del consumo de estupefacientes en EU y Europa ha exacerbado la competencia entre los proveedores, que por ser negociantes al margen de la ley sólo pueden dirimir sus conflictos por medio de las armas, con las rutas de trasiego como campo de batalla. Nuestro país es atravesado por tres rutas principales: la del Golfo, que va de Quintana Roo a la frontera tamaulipeca; la central, que va de la Ciudad de México a Ciudad Juárez; y la del Pacífico, que va de Chiapas a Tijuana. Hay además otras ramas de importancia, principalmente la ruta Acapulco-DF; la Veracruz-DF; la Sinaloa-Ciudad Juárez; la Manzanillo-Guadalajara; la Monterrey-Reynosa; entre otras.

Estas rutas son materia de disputas constantes entre los cárteles, tanto más conforme las sumas de dinero se incrementaron, pero este mismo dinero atrajo a otros, sobre todo a policías, soldados y funcionarios, que se incorporaron individualmente o en grupos a las organizaciones criminales; y esto resultó en que las poblaciones rurales y urbanas a lo largo de las rutas de trasiego se convirtieron en posiciones en disputa. Más que nunca, resultó indispensable para un cártel controlar a policías y funcionarios locales para poder llevar a cabo su actividad, las plazas se compraron y vendieron como mercancías, o sea, se hizo participar del negocio a una cantidad mucho mayor de “socios”: funcionarios y agentes de seguridad, de lo que resultó que a veces se “vendía” una misma plaza a varios cárteles lo que hacía sobrevenir una oleada de venganzas y asesinatos contra policías, funcionarios y traficantes rivales. Esto motivó la búsqueda de rutas alternas, pero pronto se presentó de nuevo la disputa, y así la violencia acabó por extenderse a lugares que nunca antes se habían visto involucrados.

Un signo que anunció estos cambios fue la creciente cantidad de fusiles de asalto estadunidenses que aparecían en manos de sicarios, pues durante mucho tiempo el arma predominante fue el fusil AK-47, popularmente conocido como “cuerno de chivo” por su cargador curvado. Pero ahora se veía con abundancia el fusil AR-15, internado ilegalmente por la frontera norte; y con el llegaron armas mucho más temibles, como bazucas, lanzagranadas y fusiles antiaéreos Barret, que han tomado parte en feroces combates a lo largo de las rutas de la droga.

Y si estas armas han podido ser empleadas es que en buena medida los sicarios de hoy son policías y soldados desertores, en retiro o incluso en activo. Los Zetas incluso han contado con centros de entrenamiento para sus “reclutas” en ranchos de Tamaulipas y Nuevo León; en uno de estos centros se decomisaron gran número y tipo de armas, así como uniformes y mochilas con el emblema del grupo delictivo.

El fenómeno de la violencia delincuencial en México tiene un claro origen en la corrupción del Estado, que abrió las puertas de par en par de los cuerpos de seguridad a los grupos criminales, mismos que se sirvieron de ellos en la disputa por las rutas de trasiego, y acabaron por desmoralizarlos. El incremento del consumo en EU y Europa, pero también en México, ha inundado nuestro país de dólares que ingresan como una renta, como un capital que no puede invertirse en actividades productivas sin antes “lavarse”, o sea, hacerse pasar por dinero lícito a través del sistema financiero, mismo que participa felizmente del ciclo de la corrupción, y se convierte en parte de la esfera de criminalidad, a cambio de un dividendo considerable.

Significativamente, el Gobierno no ha dirigido sus esfuerzos punitivos contra el sector financiero, como si la cuestión del narcotráfico se limitase a bandas de sicarios con sombreros y camionetas de lujo que se pasean por las calles de ciudades del norte. Pero ¿es inocente de todo lo que ocurre el circuito financiero mexicano? Es de dudarse si se tiene en cuenta la cantidad de dinero que manejan los cárteles, y sobre todo el carácter cada vez más internacional de sus contactos y operaciones, si bien es cierto que buena parte de sus transacciones se realizan en efectivo, llegando a movilizar cantidades enormes de billetes (dólares), como lo han mostrado casos como el de Zhenli Ye Gon, presunto traficante de precursores de metanfetaminas, a quien se le decomisaron 205 millones de dólares en efectivo, que escondía en su casa, entre otros casos semejantes; también es conocido que muchos billetes son embarcados con destino a Sudamérica, para ser intercambiados por droga a los cárteles colombianos.

Y tampoco se ha hecho gran cosa en torno a los círculos políticos, salvo las detenciones, espectaculares, de alcaldes michoacanos, de un precandidato perredista, etc., que acabaron en un estruendoso fracaso, pues casi todos los reos fueron liberados por órdenes de tribunales. Es vox populi, sin embargo, que los círculos políticos están decisivamente confabulados con los narcotraficantes, revistas como Proceso han publicado señalamientos de vínculos de decenas de personajes de las administraciones locales y aún la federal con conocidos capos, sin que ello genere siquiera una respuesta. Más aún, el candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, y que era el contendiente favorito fue asesinado violentamente en una emboscada durante su campaña. El ex gobernador de Colima fue también asesinado violentamente, 15 alcaldes han caído muertos con violencia, también diputados locales y aún federales, un diputado del PT de Tamaulipas difundió una denuncia sobre el narcotráfico y fue asesinado junto con sus acompañantes, escolta incluida.

La crisis general del capitalismo se ha manifestado en México cómo una crisis de múltiples aspectos en donde el narcotráfico aparece como un factor concurrente, producto y causante de la corrupción del Estado, tanto en el nivel político como en el financiero y a nivel de las fuerzas de seguridad. Esta crisis se ha traducido en la conversión de la economía de producción y reinversión de plusvalor a una economía de canalización de rentas, en la cual una renta como la de la droga no se convierte en un capital productivo, sino que se destina al goce de unos pocos, que adquieren productos de importación y contratan servicios que a su vez se realizan con bienes importados. Por ejemplo, los capos y sicarios, que poseen la renta de la droga, compran, entre otros bienes de lujo, como grandes mansiones, que son construidas con materiales muy costosos, y cuya construcción requiere contratar muchos trabajadores especializados, los materiales de construcción y el trabajo especializado que se invirtieron en la casa del capo equivale a una gran masa de capital que deja de invertirse en fábricas y campos de cultivo, etc., esto es, que queda fuera de la circulación mercantil. Los capos y sicarios también gastan grandes sumas de dinero en vehículos y armas (sus “medios de trabajo”), que son o importados o producidos por empresas extranjeras. El dinero de la droga, como el del petróleo sólo sirve para sostener el poder de una minoría a costa del bienestar de las mayorías empobrecidas, que además ven su entorno vital sustraído a la tranquilidad por la constante violencia de los grupos criminales, lo que también significa un costo en la salud y en la marcha normal de los negocios. Este ha sido el caso de Monterrey, cuya fama de lugar próspero e industrializado se vino abajo cuando las bandas criminales fueron capaces de aislar la zona urbana movilizando a cientos de lúmpen para bloquear las principales carreteras que comunican la ciudad con el resto del país, luego bloquearon esas carreteras con vehículos, logrando idéntico resultado. El colmo fue que en los bloqueos participaran policías en activo al servicio de los cárteles.

Conclusión:

La “guerra” al narcotráfico, contrariamente a lo manifestado por el Gobierno, ha redundado en la paramilitarización de las bandas criminales, que se conducen como pequeños ejércitos privados bien disciplinados. Este proceso se ha traducido en una regresión para el conjunto del país, tanto en el aspecto político, como en el económico, en beneficio de una minoría de capos, capitalistas, políticos, jefes policiacos y militares, significando para las masas trabajadoras un atentado al bienestar y a la paz a las que aspiran genuinamente desde siempre.

lunes, 29 de noviembre de 2010

La descomposición política de la izquierda

Después de la gran derrota de la izquierda en las elecciones de 2009 se abrió un periodo de espera de cara a la organización de los procesos electorales de 2010. 2011 y 2012, sin embargo, a diferencia de otras coyunturas semejantes, en la presente, la dirigencia nacional del PRD reservaba una maniobra que no por anunciada resultó menos sorpresiva.

Esa maniobra fue el proceso de alianzas con el PAN para las elecciones de 2010 y 2011, alianzas que habrían “triunfado” según sus defensores, al haber ganado las gubernaturas de Sinaloa, Oaxaca y Puebla, con lo cual, siempre según sus impulsores, el PRI tendría minado el camino a la presidencia de la República en 2012.

Olvidan, sin embargo, los aliancistas, que el PAN en el momento presente difícilmente puede presentarse como un partido político autónomo, pues el Gobierno federal lo ha reducido a un apéndice suyo gracias a la presencia de funcionarios federales en las principales posiciones partidarias, de manera que las “alianzas” con el PAN sólo pueden ser alianzas con el Gobierno federal que según el propio PRD es producto de un fraude electoral.

Por otro lado, esta situación sólo puede tener efectos negativos para la izquierda aglutinada en el PRD, pues ha alimentado la división que ya existía entre las corrientes burocráticas y aquellas más identificadas con las masas. Esta división, en realidad muy antigua y que se remonta al viejo PCM, se ha expresado ahora en la pugna AMLO-NI, pugna que tuvo su punto más álgido en torno a la elección de la dirigencia nacional del partido y que significó la ruptura de ambas alas. A partir de entonces, el enfrentamiento ha ido escalando, y la dirigencia, controlada por NI ha obrado tal y como podía, acudiendo al Gobierno, al cual debía su imposición a través del TEPJF, entablando lo que se ha conocido como las “alianzas” con el PAN.

La división al interior del PRD y entre el PRD y el conjunto de la izquierda ha permitido al Gobierno gozar de un margen de maniobra que de otra manera no hubiera tenido, de manera que no ha tenido problema alguno en la aprobación de los presupuestos federales, y toda una serie de medidas draconianas en materia de seguridad, así como evadir su responsabilidad en los casos de negligencia que han llevado a la muerte a decenas de niños, ciudadanos y trabajadores. Por si fuera poco, el Gobierno lleva adelante una guerra contra los derechos de los trabajadores sin que ésta se traduzca en una contestación política por parte de la izquierda que supuestamente defiende los intereses de las clases trabajadoras. El partido de la izquierda ha quedado así paralizado, imposibilitado de emprender una campaña seria que lo posicione en el espectro político como un verdadero factor de poder, pues ha quedado aislado de la única fuente de poder a la que puede y debe apelar un partido que se dice de izquierda, o sea, a las masas trabajadoras.

En estas circunstancias, las luchas al interior del partido van tomando un cariz cada vez más oportunista, cada vez más carentes de un trasfondo político de largo alcance y resultan por ello más odiosas para las masas que suelen simpatizar con la izquierda. Resulta singular, por cierto, que para algunos cuadros de NI y de sus aliados de ADN esta situación no sólo sea inevitable, sino incluso deseable, lo que revela en buena medida las aspiraciones de estos cuadros a convertirse en meros apéndices del Estado, apenas disimulados con un discurso demagógico “de izquierda”.

Estos cuadros, cuyas tradiciones y aspiraciones no surgieron ayer, pero que hoy se manifiestan con toda su claridad, se han puesto en toda la línea de parte del Gobierno, la izquierda sólo puede esperar de ellos una conducta de sumisión con el poder oligárquico.

Del lado del lopezobradorismo, la situación de descomposición también ha alcanzado niveles críticos, el Gobierno Legítimo ha sido un rotundo fracaso, pues no ha logrado constituirse en un frente cívico-político, mucho menos en una organización capaz de remplazar al PRD en un plazo corto, pese a que se ha intentado lograr esto durante tres años, y encima de todo se ha descuidado el trabajo al interior del propio PRD, dejando a NI-ADN el campo libre para sus tropelías. Y ahora se pretende que el Gobierno Legítimo dé un salto organizativo en unos pocos meses cuando no ha podido hacerlo en tres años, creando una estructura para-electoral llamada “los protagonistas del cambio verdadero”, adherentes del movimiento que sean capaces de atraer votos para AMLO en 2012 y que permitan vigilar las votaciones en ese año. Pero para esto se recurre a las mismas tácticas que ya se han ensayado y que ya han fallado previamente, concretamente, solicitar casa por casa la adhesión al movimiento, creando listas de estos “protagonistas del cambio”, listas que harán las delicias de las oficinas de campaña del PRI y del Gobierno federal.

La dirigencia lopezobradorista apuesta ingenuamente a que la descomposición del Estado y del Gobierno hagan caer el poder en sus manos como una fruta madura, y esta perspectiva le ha hecho ignorar que el proceso de descomposición del Estado mexicano también está acarreando la propia descomposición de la izquierda, pues ésta no ha sido capaz de desarrollar un proceso de recomposición programática que permita aislar a los elementos nocivos de aquellos que resueltamente luchan para defender los intereses populares de los embates de la clase capitalista.

Esta ignorancia puede ser funesta para el conjunto de la izquierda. No puede dejarse pasar.

Contrariamente a las falacias propaladas por la dirección nacional, la izquierda tiene frente a sí la posibilidad de crecer y ganar influencia entre las masas y sobre todo en las organizaciones civiles, pues la crisis ha violentado los ánimos de la población frente al Gobierno y los partidos de derecha, pero al mismo tiempo esas masas rechazan las divisiones dentro del PRD y las maniobras y componendas liquidadoras de NI-ADN, y entonces se muestran reacias a incorporarse a una iniciativa de izquierda, caen en la apatía y se desmovilizan, lo que genera un círculo vicioso en elcual los dirigentes liquidadores justifican su colaboracionismo pretextando el alejamiento de las masas, y las masas se alejan en señal de repudio a ese colaboracionismo con el Gobierno. Es, por lo tanto, una tarea urgente salir de este círculo y restablecer la agenda verdadera de la izquierda,a fin de que se entable una lucha real por la democracia en nuestro país.

jueves, 7 de octubre de 2010

El capital y la división del proletariado

La archisabida divisa romana divide et impera o “divide y vencerás”, cobra un particular sentido en la sociedad capitalista.

Las clases sociales, en la teoría, se presentan como totalidades, o sea, como sistemas relativamente uniformes, determinados por una serie de características identificables con unas determinadas condiciones de existencia, una ideología, una determinada organización (o desorganización) política, etc., de manera que una clase no resulta idéntica a la suma simple de los individuos que la componen, sino que es esa suma en su contexto y desarrollo históricos, en el tiempo.

La clase capitalista, aquella que posee el capital, suele ser identificada con ciertas prácticas de consumo, o sea, con el derroche y el lujo, pero esto no es más que la apariencia exterior de la clase. La clase capitalista se caracteriza por ocupar un lugar jerárquico en la sociedad, lugar determinado por su capacidad de valorizar su capital, por su capacidad de obtener ganancias. A mayor capital, más alto el lugar en la jerarquía social. Ello impulsa espontáneamente a cada capitalista individual a buscar la mayor ganancia en cada negocio en que se involucra, sin importar demasiado la naturaleza del negocio y quien resulte perjudicado. El negocio armamentista es un ejemplo extremo, pues se produce capacidad de destrucción para obtener ganancias.

El otro extremo de la sociedad lo integran los productores directos de las mercancías, es decir, los asalariados, trabajadores que a resultas de las revoluciones anti-feudales fueron despojados de los medios para obtener su sustento, y de esta manera obligados a buscar un salario pagado por los dueños del capital, a cambio del cual tienen que entregar trabajo extra no pagado que se convierte en la ganancia de los capitalistas.

Por otra parte, en una sociedad concreta, las clases presentan una gran variedad de aspectos, de manera que una clase concreta no se limita a describirse por medio de su posición frente a la producción, sino que puede también distinguirse por cuestiones nacionales, étnicas, religiosas, etc. Por ejemplo, en un país como México, las clases también se distinguen por su origen étnico y por su identificación nacional, entre otras características. Esto hace que la lucha de clases concreta se desarrolle siempre como un conflicto que termina por involucrar cuestiones nacionales, religiosas, de género, etc. Más aún, de hecho, en México y Latinoamérica los conflictos de clase se presentan como conflictos de etnia, religiosos, o nacionales antes que como tales conflictos de clase.

Una clase tiene que realizar al mismo tiempo dos grandes luchas, una para aglutinarse a sí misma, y otra para dividir a la clase opuesta, los grupos más dinámicos y poderosos al interior de cada clase son los que reúnen en sí mismos la capacidad y los recursos para conquistar el liderazgo de la clase, desplazando a los elementos indisciplinados o susceptibles de pasarse al lado contrario, evitando así que las divisiones internas predominen sobre la necesidad de coaligarse contra la clase antagónica.

Por otra parte, la división de la clase antagónica es una pieza fundamental de lucha de clases, para ello se procede a crear una base entre aquellos grupos que manifiestan afinidad a la ideología de la propia clase, o bien que aunque tengan condiciones de vida idénticos a los del resto de la clase, manifiesten inconformidad con su situación dentro de esta, percibiendo una contradicción entre sus aspiraciones de ascenso y las formas de la competencia dentro del capitalismo.

La gran burguesía monopolista, fracción dominante dentro de la clase capitalista, ha afinado cuidadosamente los instrumentos políticos e ideológicos con que libra su lucha de clases contra los asalariados, buscando siempre evitar que se constituyan plenamente en clase proletaria en todos los sentidos, o sea, en una clase militante con reivindicaciones propias. A este fin, la burguesía monopolista fomenta activamente la división étnica, o sea, el racismo, el nacionalismo burgués, la religión (“opio del pueblo”) y la opresión de la mujer (formación de un sub-proletariado no reconocido), a fin de contar con grupos de asalariados en qué apoyarse cuando alguna fracción del proletariado intenta luchar contra la opresión de manera aislada. Los capitalistas lanzan entonces a una fracción del proletariado contra otra, instrumentan el esquirolaje económico como el político y el ideológico.

El esquirolaje económico es plenamente identificable, los esquiroles económicos no son otra cosa que los rompe-huelgas, más sutiles son los esquiroles políticos e ideológicos, pero son igualmente dañinos. En el terreno ideológico podemos hallar grupos de trabajadores que luchan abiertamente por la defensa de los prejuicios capitalistas, es el caso de muchas organizaciones sindicales que le han dado la espalda al socialismo, y que defienden a ultranza el “derecho al trabajo” burgués, pretendiendo que atacando al monopolismo desde un punto de vista “liberal” se combate la opresión de los trabajadores.

Además, no pocos grupos de trabajadores defienden y defenderán los exclusivismos religiosos y nacionales, sacrificando la unidad obrera. La lucha en este terreno, como en el político, sin embargo, tiene, gracias a la crisis del capitalismo, visos de solución pues en el marco de la crisis, el sistema capitalista es cada vez más incapaz de realizar las expectativas, no ya de las masas trabajadoras, sino incluso de los mismos capitalistas, que arrecian la competencia y ahondan en la división de su propia clase, circunstancia que el proletariado puede y debe aprovechar para aplastar el esquirolaje ideológico, como paso previo a la emergencia política del proletariado revolucionario.

Así, el capitalismo crea diferencias salariales y en oportunidades de empleo, con base en diferencias étnicas, de edad, de género. El capitalismo, en tanto que modo de producción busca siempre asegurar las condiciones de reproducción de las relaciones de producción que le son características: dedica esfuerzos monumentales al aseguramiento de las materias primas y a la reposición de máquinas y equipos, pero, paradójicamente, la reproducción de las relaciones de dominación, de la esclavitud asalariada, está fuera de la esfera de la producción de mercancías, compete al Estado, a la familia, la iglesia, a los medios de comunicación, que tienen que asegurar que los asalariados se presenten al trabajo. La división del proletariado es un factor esencial en el proceso de reproducción de las relaciones de dominación propias de la sociedad capitalista, pues lo aleja de la posibilidad de convertirse plenamente en clase proletaria, capaz de asumir sus propias reivindicaciones y de formar sus propias organizaciones, de desarrollar la capacidad de guiar a toda la sociedad a una reorganización del trabajo que ponga por delante las necesidades del ser humano, dejando en los museos la historia de la explotación.

martes, 13 de julio de 2010

El papel del ala izquierda en las organizaciones de masas

Los movimientos de masas populares de todo tipo están, por regla general, divididos en alas opuestas, que comúnmente se denominan de izquierda y de derecha, más una agrupación difusa que oscila entre ambas y que puede llamarse centrista.

Ambas alas se hallan en un constante enfrentamiento por la dirección del movimiento, pues representan tendencias políticas directamente opuestas; la derecha se orienta a la contemporización con el Estado y con las clases dominantes, mientras que la izquierda busca organizar y representar a las masas trabajadoras.

La derecha se apoya en los grupos más vacilantes y más controlados por la ideología burguesa, mientras que la izquierda se apoya en los sectores más cercanos a las doctrinas de emancipación clasista.

Lo que une a izquierda y derecha, es la mutua oposición a la correlación de fuerzas políticas en el entorno nacional, pero incluso dentro de esta identidad de intereses, la diferencia entre los métodos de ambas alas del movimiento popular es notoria; la derecha cree que la forma de “lucha” primordial es la que se realiza en torno a acuerdos parlamentarios, y lo demás es mero “radicalismo”; la izquierda, en cambio, persigue la mejor educación y organización de las masas como un medio de formar verdaderos ejércitos de la lucha de clases, sin descartar la necesidad de acuerdos, pues la correlación de fuerzas en la política suele orillar a ello, pero definitivamente lo que separa a izquierda y derecha es la vocación por las masas de la primera, y la vocación por las componendas de la segunda.

En periodos de retroceso de las masas, que usualmente siguen a las derrotas, la izquierda tiene frente a sí la situación más difícil y que reclama más cautela, pues la correlación interna del movimiento se corre a la derecha, que puede tomar para sí la dirección del movimiento en su conjunto. Y esto no depende tanto, como se cree, de tal o cual maniobra tramposa o deshonesta de las camarillas derechistas, sino de la posibilidad de que tales maniobras pasen sin una oposición real de la izquierda.

La izquierda tiene frente a ella dos opciones: la defección o el retroceso en orden. Ambas opciones plantean cuestiones importantes.

Lo que tiene que plantearse en primer lugar son los objetivos generales que persigue el ala izquierda, o sea, aquello que constituye su programa. El ala derecha tiene un programa bien establecido: contemporizar con el Estado y las fuerzas conservadoras a cambio de reformas mínimas que le permitan levantar cara frente a los explotados. Los grupos dirigentes persiguen cargos partidistas y parlamentarios y de ser posible, cargos de elección. No hay más. El ala derecha es una extensión del Estado al interior del movimiento popular y actúa en consecuencia.

El ala izquierda tiene como fin la constitución de un poder popular verdaderamente democrático, para lo cual requiere que las masas participen directamente de la gestión del Estado, y el movimiento no sólo debe ser el vehículo para ello, sino la escuela de democracia popular. En momentos de auge del movimiento espontáneo de las masas, surge la necesidad de que el ala izquierda luche por asumir la dirección del movimiento, por medio de sus cuadros más destacados, que encausen la energía de las masas hacia objetivos concretos. En tiempos de reflujo de las masas, la situación se torna visiblemente más compleja, pues los cuadros del ala izquierda, sin ceder sus posiciones a la derecha sí tienen que evitar convalidar las maniobras derechistas que vayan dirigidas a socavar los intereses populares. Tienen que aprovechar toda oportunidad para desenmascarar las componendas derechistas y educar políticamente a las masas con el ejemplo, dejando claro quien representa a las masas y quien representa únicamente sus propias ambiciones personales.

jueves, 8 de julio de 2010

Las relaciones de producción en América Latina.

Al mediar el siglo XX, surgió una polémica en torno a la naturaleza del desenvolvimiento del modo de producción en América Latina, polémica estimulada en gran medida por los procesos de liberación nacional que sacudieron la región. La discusión tuvo un giro importante a partir de la obra de André Gunder Frank, quien habló del “desarrollo del subdesarrollo” y empató el proceso colonial de América Latina con el proceso de acumulación originaria del capital(1).

La coordenada principal del estudio de Frank era la importancia primordial que concedía a la formación de lazos económicos entre las metrópolis y las colonias latinoamericanas. Para Frank, las contradicciones internas eran secundarias, sobredeterminadas por el conflicto con el imperialismo.

Tales tesis presuponían que el cariz del modo de producción latinoamericano era, si no abiertamente capitalista, sí de un tipo intermedio con predominancia de relaciones mercantiles o capitalistas inmaduras en rápido tránsito al capitalismo. De otro modo no podía sostenerse la tesis de una dominación externa capitalista o en vías de serlo, no cabía hablar de relaciones de corte esclavista o feudal.

No tardó en sobrevenir el choque con los materialistas ortodoxos, para los cuales la sucesión de modos de producción no podía saltarse el modo feudal. En apoyo de sus posiciones vino un caudal de hechos obviados o subestimados por los teóricos “subdesarrollistas” a lo Gunder Frank. En la historia de la invasión española y portuguesa, y en el periodo colonial, el trabajo indio y negro fue siempre de carácter forzado, arrancado por medio de la violencia a los pueblos nativos y a los africanos secuestrados y traídos a América. Es decir, los trabajadores en América Latina fueron o esclavos o semi-siervos. Los ortodoxos apuntaron acertadamente que lo primordial en la investigación de los modos de producción tiene que residir en la investigación de la naturaleza de las relaciones de producción concretas, siguiendo la metodología implantada por Marx, y que era inadecuado plantearse esquemas abstractos tomando como base la naturaleza del intercambio entre países. Un exponente de este grupo ortodoxo es Heinz Dieterich(2), quien realizó una refutación directa de Gunder Frank, haciendo énfasis en la abundante evidencia histórica de la existencia de regímenes de trabajo esclavo y servil en el Perú colonial, y aportando evidencia de la existencia del modo de producción asiático en el Perú antiguo.

Pero algunas cosas se echan de menos en ambas posturas teóricas, y se trata de una tesis esencial de la teoría materialista de los modos de producción aportada por los autores clásicos. Es una tesis muy sencilla: que una formación social concreta históricamente determinada nunca es un modo de producción puro; sino que por el contrario, siempre es una mezcla abigarrada de rasgos, de relaciones de producción que corresponden a diferentes modos de producción; mezcla en la cual un tipo de relaciones predomina sobre las demás, de manera que se puede decir que se trata de una formación social “capitalista”, “feudal”, etc., cuando los rasgos capitalistas, feudales, etc., predominan sobre los demás.

La dificultad de determinar cuáles son las relaciones predominantes, su abigarramiento, su mutua deformación y condicionamiento es grande y requiere muchos estudios regionales previos. Pero se pueden adelantar algunas tesis, basándose en la teoría materialista.

¿Cuáles eran las relaciones presentes en América Latina en el periodo colonial?

A) relaciones comunitarias primitivas,
B) relaciones esclavistas,
C) relaciones serviles,
D) relaciones mercantiles simples y
E) relaciones capitalistas poco desarrolladas.

Los incisos A al D corresponden a relaciones de tipo precapitalista.

Los subdesarrollistas cometen un grave error al ignorar, obviar o pasar por alto la existencia de formas de explotación de corte esclavista y servil en la América colonial, lo que es algo bien documentado, como lo demuestra Dieterich. Algunos subdesarrollistas llegan al extremo de buscarle un carácter mercantil o hasta capitalista a explotaciones netamente esclavistas, lo que es un procedimiento negligente, falto de un rigor mínimo.

Los materialistas ortodoxos, a su vez, pasan por alto una cuestión fundamental para el tema que nos ocupa, el hecho, también ampliamente documentado de la naturaleza que revestían los productos del trabajo en la social colonial. Siendo producidos por semi-siervos, esclavos y unos pocos trabajadores libres, los productos coloniales eran, en buena parte, mercancías; carácter que distaba de corresponder, aparentemente, al tipo de relaciones de producción en que eran elaborados. Pero tal contradicción se verificaba en la realidad. Esclavos y semi-siervos no laboraban los campos y abrían las minas exclusivamente para una economía autárquica, sino para obtener mercancías que se venderían en Europa y Asia; se habla desde luego, del oro, la plata, el azúcar, café, etc. y aún otros productos para consumo colonial, como el cacao, el maíz y el algodón eran materia de intercambio. Tal situación nos remite al sur esclavista de los EUA antes de la guerra de secesión de 1861; en esa época, masas de esclavos negros producían algodón para alimentar las hilaturas de Inglaterra, en un intercambio mercantil simple que hacía a los señores hacendados del sur híbridos de empresarios mercantiles y esclavistas de tipo antiguo.

Otro tanto puede decirse de los colonizadores españoles y portugueses; algunos habrían sido señores de la tierra de corte feudal, otros esclavistas típicos, otros más, híbridos de los anteriores y de negociantes mercantiles, otros habrían sido mercaderes netos, algunos pocos, quizá muy pocos, auténticos capitalistas.

Es un error negar la existencia de un tipo de relaciones para apoyar esquemas preestablecidos. De lo que se trata no es de determinar cuáles relaciones existían, la evidencia aportada por ambas escuelas es contundente: todas las relaciones mencionadas existían en la maraña que era la formación total; de lo que se trata es de determinar qué tipo de relaciones era la que dominaba a las demás.

Al establecer las relaciones dominantes, no se debe proceder de manera simplista, buscando las relaciones que predominan en la mayor parte de las explotaciones, o que abarquen a la mayor cantidad de trabajadores, o de productos, etc., de lo que se trata es de buscar las relaciones que determinan la dinámica de la evolución de la formación social como totalidad, o sea, en visión retrospectiva, las relaciones que acabaron por predominar en términos absolutos y relativos al final del periodo colonial, y que luego redundaron en la moderna formación capitalista.

A nuestro parecer, las relaciones dominantes corresponderían a las mercantiles simples, en vías de convertirse en capitalistas durante el periodo de regímenes liberales.

A nuestro entender, la evidencia de esta afirmación radicaría en la naturaleza de la clase dominante: un tándem conformado por los comerciantes, los hacendados productores de mercancías, los mineros y las casas de contratación de la metrópoli, que unidos formarían una clase terrateniente-mercader volcada a una producción de mercancías basada en el trabajo esclavo y servil, en general, forzado, y sólo por excepción, libremente contratado.

El mundo colonial habría estado conformado pues, por formaciones sociales precapitalistas, ligadas primero indirectamente a los centros capitalistas (Inglaterra, Holanda) a través de España y Portugal, y luego de manera directa, en el periodo de las reformas borbónicas.

Notas

(1) Heinz Dieterich, Relaciones de producción en América Latina, 2ª, 1985, 336 pp.
(2) Ibíd.

lunes, 7 de junio de 2010

La descomposición del capitalismo

A partir del estallido de la primera guerra mundial, en 1914, el capitalismo, entendido como un régimen mundial o sistema, experimentó su última transición de largo alcance, configurándose en lo que se denomina Capitalismo Monopolista de Estado, o CME; el capitalismo en esta etapa de su desarrollo se integra con un grupo de grandes consorcios trasnacionales que se hallan en lo alto de la estructura económica; aunque esto no significa que las formas anteriores del capital hayan dejado o puedan dejar de existir, pues se observan aun en la actualidad formas tan atrasadas como el trabajo a domicilio o los pequeños negocios familiares, y en muchas partes del mundo perviven incluso formas precapitalistas de producción. Sin embargo, aun las formas más atrasadas de economía están bajo la tutela de las grandes corporaciones, que se sirven de ellas para vender sus productos y para amortiguar los golpes de las crisis.

En los medios cercanos al pensamiento liberal suele creerse que el modo capitalista se halla en una curva ascendente más o menos constante, y que las crisis son meros episodios debidos al manejo deficiente de algunos administradores ineptos o truhanes, que realizan maniobras financieras poco afortunadas. No hay rastro en este análisis de la crisis de largo alcance que el capitalismo manifiesta desde 1914-18, pues los nuevos productos, las recientes industrias y las ciudades nuevas de Asia, sobre todo de China, les parecen evidencia suficiente de que el capital mundial va en ascenso histórico.

Pero basta contraponer la realidad de miseria de millones alrededor del planeta, la devastación ambiental y las guerras presentes y las que se fraguan, para tener evidencias de la naturaleza de la crisis sistémica por la que atraviesa el sistema económico mundial desde hace casi cien años, y que es una crisis terminal.

Esto no quiere decir que el capitalismo está próximo a un “derrumbe” catastrófico, sino que sus contradicciones se van haciendo más acuciantes y reclaman más recursos para irse sobrellevando. O sea, que se requieren cada vez más sacrificios humanos para el Moloch del imperialismo como condición de sobrevivencia del régimen en su conjunto, lo que induce una creciente anarquía social a cambio del mantenimiento de un orden relativo al interior de la producción capitalista.

La riqueza acumulada en algunos lugares del planeta se paga con la miseria creciente de vastas regiones, haciendo que la lucha por la vida sea más desesperada; la abundancia capitalista no significa una abundancia real, esto significa que hay más mercancías, pero no significa que las necesidades de millones de seres humanos estén satisfechas.

El reto de las fuerzas democráticas del mundo consiste precisamente en dar paso a la construcción de un régimen socioeconómico que termine con la devastadora anarquía del capitalismo y la remplace por la cooperación de productores libremente asociados para producir aquello que sea realmente necesario.

martes, 25 de mayo de 2010

La vocación imperialista y la soberanía nacional

Afirma Lorenzo Meyer que la visita de F. Calderón al cementerio de Arlington ha sido lo más rescatable de la gira del Ejecutivo a EU (MVS Noticias, 24 de mayo de 2010). Según han reportado las crónicas periodísticas, en ese lugar se hayan enterrados los cadáveres o se encuentran las lápidas que corresponden a los soldados estadunidenses caídos en combate, incluyendo aquellos que murieron en las invasiones de los EU a México.

Más allá de las anécdotas, y de la manera vergonzante en que el Ejecutivo rindió el homenaje (sin discursos, en cosa de minutos), lo que resalta es la posición de un historiador tan reconocido como Meyer, especialista en las relaciones México-EU, que no puede ignorar la importancia de los símbolos de cara a la historia, pues sólo tomando en serio las frases (que sólo son frases) acerca de la “relación bilateral”, “nuestros socios americanos”, etc., puede tener algún sentido una valoración positiva del acto.

¿Es que Meyer está a favor de una “alianza” de México no “con los EU”, sino con el imperialismo estadunidense? ¿Es que puede haber tal “alianza” entre el amo y el lacayo?

¿Es que México tiene que convalidar, así sea simbólicamente las invasiones estadunidenses a países soberanos a lo largo de la historia, incluyendo las devastaciones de Irak y Afganistán, de las que hemos sido testigos? ¿O es que el Ejecutivo mexicano visitará pronto Irak y Afganistán para rendir homenaje a los combatientes de la Resistencia?

Meyer habla de reciprocidad, que los presidentes estadunidenses han rendido homenaje a los Niños Héroes en sus visitas a México. Pero, Dr. Meyer, al fin y al cabo, un protocolo nunca ha atado las manos de un imperio, pero sí que ha desprestigiado a un país débil. Unas ceremonias de las que muy pocos se acuerdan no lavan la ignominia que el Estado estadunidense y los grandes capitalistas y racistas de ese país se esfuerzan por refrendar día a día con el trato que dan a los migrantes mexicanos en los EU, con sus atropellos financieros y comerciales, y con el habitual desprecio a la soberanía de nuestro país, ¿O sí basta con una ceremonia y unos ramos de flores, Dr. Meyer?

Sólo el recíproco respeto a la soberanía nacional puede ser la base de una buena convivencia regional en América del Norte, como en cualquier otra parte, entre los países que tienen por fuerza que ser vecinos: México, los EU, Canadá y Cuba.

lunes, 24 de mayo de 2010

Trotskismo y estalinismo

El trotskismo constituye una de las orientaciones más conocidas de la Revolución Soviética, su principal exponente ha sido Lev Trotsky, revolucionario que tomó parte en el Octubre Rojo y en la primera parte de la construcción del socialismo en la URSS.

Tras la muerte de Lenin, en 1924, el bloque gobernante en la URSS se fracturó y Trotsky fue proscrito, el nuevo bloque, liderado por Iosif Stalin dirigiría al país desde entonces hasta 1953.

Los puntos de desencuentro entre Trotsky y Stalin no podían ser menos importantes, divergían en torno a la cuestión de si la URSS en tanto factor central de la Revolución mundial tenía que adoptar una de dos alternativas: o bien se constituía en vanguardia del movimiento mundial, o bien se convertía en la retaguardia de ese movimiento. La primera opción era defendida por Trotsky, que sostenía que cada revolución nacional debía ser encauzada por la Internacional Comunista (IC), de manera que escalase hasta la revolución socialista en la medida que lo permitieran las circunstancias, la Unión Soviética tenía que adoptar un papel de primera línea en cada movimiento, a través de la IC, pero Trotsky no debió ignorar las implicaciones que tal política podía tener en un ámbito internacional dominado por el imperialismo, o sea, que la intervención de la URSS podía llevar a una gran guerra en su contra por parte de las potencias imperialistas, por ello, Trotsky se apresuraba a reponer que sin una revolución en al menos una de las potencias imperialistas, la Unión Soviética estaba condenada al exterminio, lo que implicaba que en el caso de revoluciones como la de Alemania en 1918 o en 1923, la Unión Soviética debió jugarse el todo por el todo, pues en la revolución alemana se jugaba también la revolución rusa, y que aunque se pudiese perder todo, bien valía el riesgo si había la posibilidad de que un país como Alemania se pasase al socialismo. De lo contrario, advertía, la degeneración burocrática de una URSS aislada era inminente.

El planteamiento estaliniano era el opuesto, ya que la URSS era débil, sería incapaz de resistir un embate conjunto del imperialismo, y era incapaz de mantener un frente revolucionario en un país como Alemania; consideraba un error craso equiparar la URSS a un movimiento revolucionario de la manera en que lo hacía Trotsky, pues la Unión Soviética era también un Estado, un Estado en un país con fuerzas políticas heterogéneas, que a duras penas eran mantenidas a raya por un PCUS cada vez más burocratizado, y que por todo esto, era necesario que la Unión Soviética se mantuviera a raya de los conflictos mundiales, sirviendo de retaguardia a los movimientos locales, y mostrando el ejemplo de la construcción del socialismo con logros prácticos en el terreno económico.

El crudo realismo de Stalin se impuso al voluntarismo de Trotsky, la crisis del movimiento comunista se ahondó y llevó a las purgas de la “vieja guardia” bolchevique, a fines de los 1930s y al asesinato del mismo Trotsky en 1940. La URSS se convirtió en una fortaleza, con todas las implicaciones que eso tenía para la democracia proletaria; la política de la Unión Soviética se guió de manera casi exclusiva por sus necesidades de defensa frente al imperialismo liderado por los EUA, cuyo poder militar y financiero iba en aumento. La retirada del movimiento comunista europeo después de la guerra civil rusa pasó su factura al movimiento ruso, llevando a la dirección soviética a adoptar un compromiso con las más antiguas fuerzas de la vieja Rusia: el nacionalismo gran ruso, el militarismo, la burocracia zarista, el catolicismo ortodoxo y el Islam.

Stalin fue la personificación de esta síntesis, encarnó el compromiso del movimiento obrero revolucionario ruso con las fuerzas nacionales rusas para constituir un frente contra el imperialismo, que era percibido como una amenaza en común.

Trotsky creyó, ingenuamente, quizá de buena fe, que el movimiento obrero era capaz de cargar, por sí mismo el peso, de una ofensiva contra el imperialismo aún en las condiciones de retroceso general del movimiento internacional.

Aún es pronto para decir cual de los dos, Trotsky o Stalin, tuvo la razón.

jueves, 13 de mayo de 2010

El ajuste español

Las medidas de ajuste que implementa el Gobierno español pueden ser el campanazo que señale el fin del para-imperialismo español, que por sus aprietos financieros se verá obligado, entre otras cosas, a recortar los fondos de “ayuda” a los países pobres, en unos 600 millones de euros. El capitalismo español, capataz del capital europeo y del estadunidense, está mostrando la debilidad de todo el orden financiero imperialista.

Sin embargo, no esperemos que los cipayos de América Latina aprovechen el momento para sacudirse la lacra del capital español, como sería de esperarse en países que aspiran realmente a progresar. Es de temer que si el ajuste no es suficiente, comience un drenaje de recursos de las inversiones españolas en América Latina, con destino a las matrices en Europa, para salvarlas de la quiebra a costa de los trabajadores de Latinoamérica, que en los últimos años no sólo se matan trabajando para los capitalistas mexicanos y para los estadunidenses, sino también para los españoles, lo que arrecia la lucha por los ya escasos beneficios y desperdiga recursos vitales en pura especulación, o sea apuestas de casino financiero mundial. Quizá pronto veamos el resultado de esta cruenta lucha entre los capitalistas del “viejo mundo” y del “nuevo” continente.

viernes, 7 de mayo de 2010

La “cuestión” griega

Finalmente el descontento del pueblo griego ha estallado, desatando movilizaciones callejeras contra el Gobierno, que se ha sometido a los dictados del FMI al mejor estilo de los países tercermundistas en los años 1980s, cuando un Gobierno dependía de que el Fondo le proporcionara o no un préstamo.

Los mismos financistas que prestaron carretadas de euros a un país que a todas luces no podría pagar, con tal de que no se les adelantaran otros bancos, o sea, las bancas de Alemania, Francia e Inglaterra, ahora se devanan los sesos para hallar fórmulas mágicas para que Grecia les pague sus alquimias financieras.

La fórmula finalmente hallada no tiene nada de mágica ni de original, simplemente se trata de sangrar de nuevo a la población griega, mediante un paquete de impuestos y reducción de salarios.

Pero, con todo y que el Gobierno heleno y los Gobiernos europeos aceptaron el plan draconiano y se dispusieron 110 mil millones de euros, para que Grecia le pague a la banca europea, no muy en el fondo, los acreedores dudan que los Gobiernos puedan imponer medidas que reducen a Grecia a un país tercermundista nominalmente perteneciente a la Unión Europea, que, por lo tanto, se habría desinflado, volviendo a ocupar su lugar en la Europa semi-desarrollada.

Y como esta situación es difícilmente aceptable para los griegos, acostumbrados como estaban ya a un nivel de vida relativamente elevado y a considerarse parte integrante de la Europa desarrollada, se han puesto en movimiento, lo que ha llevada al derrumbe de las bolsas, que caen por la creciente conciencia de los financistas de que su dinero no es recuperable, y que tienen que luchar ferozmente para recuperar lo que puedan de sus miles de millones de euros, antes de que la insolvencia de Grecia se contagie al resto del sistema financiero europeo, afectando la valorización del capital y el bienestar de toda Europa.

La resistencia popular griega ha impedido, hasta ahora, salirse con la suya a los financistas, y los ecos de la lucha helénica han sacudido las bolsas de todo el mundo, incluyendo la de México, país en donde se han aplicado ya medidas encaminadas a hacer pagar a los trabajadores los desmanes del Gobierno y de los financistas privados nacionales y extranjeros. El destino inmediato de la economía europea se libra en Grecia, Portugal, España, Irlanda e Italia están ya, como una sombra ominosa, en la antesala de la insolvencia, con deudas que son mucho más voluminosas que la griega.

martes, 30 de marzo de 2010

Ahora sí, el Estado Libre asociado

Ni más ni menos que el Gobierno de México acepta las condiciones de Estado Libre asociado, léase:

"El presidente Felipe Calderón anunció que su gobierno prepara una regulación para permitir el ingreso de extranjeros que tengan visa de Estados Unidos o viajen como turistas en vuelos autorizados en aeropuertos del país vecino sin necesidad de tramitar la visa mexicana."

"En la apertura de las sesiones de trabajo Compromiso por el turismo en México, afirmó que con las medidas anunciadas se intenta promover la recuperación de visitantes. Señaló que la solicitud de visa mexicana obedecía a dos factores: garantizar la seguridad en América del Norte después de los atentados del 11 de septiembre y evitar el flujo migratorio hacia Estados Unidos vía territorio nacional.

Pero esa situación ya cambió, según el mandatario, pues 'qué duda cabe' de que los estándares de seguridad en México se han incrementado, y 'no digamos en Estados Unidos'. Consideró que quien tiene una visa expedida por los estadunidenses no necesita ocultar su ingreso vía México."

O sea, lo fundamental son las condiciones de la seguridad de los EU. ¡Perfecto!

"Aclaró que dicha medida se aplicará sólo con los ciudadanos provenientes de países a los que se les pedía visa y tienen convenios y certificados de alta seguridad avalados por autoridades mexicanas, las cuales podrán revisar por registros en línea la autenticidad de los documentos presentados por los visitantes.

La otra medida consiste en que los turistas que vengan en vuelos registrados y autorizados en aeropuertos estadunidenses podrán entrar al país para efectos turísticos sin requerirles más que el pasaporte." (Nota de Claudia Herrera Beltrán, La Jornada, 27 de marzo de 2010)

Uno, dos, cien Puerto Ricos

miércoles, 24 de marzo de 2010

El Estado Libre Asociado

Hace una semana preguntamos en este blog si México debe ser un Estado Libre Asociado como lo es Puerto Rico. No los convocamos, pero ayer la plana mayor de seguridad del Gobierno yanqui respondió a nuestra pregunta, por boca de Hillary Clinton, secretaria de Estado de EU, quien dijo:

"'Estamos expandiendo la Iniciativa Mérida, más allá de lo que se había considerado inicialmente', en busca de crear una estrategia integral en contra del narcotráfico."

"dijo que la seguridad es clave, pero para luchar contra los efectos a largo plazo que producen los cárteles, 'sabemos que tenemos que trabajar más en temas de la educación y la salud, en el desarrollo económico y social'."

"Un México más fuerte, más desarrollado económicamente y con una población que suba en la vida gracias a la educación, 'es mejor para nosotros', agregó la funcionaria de la Casa Blanca". (Nota de Georgina Saldierna, Fabiola Martínez y Gustavo Castillo, La Jornada, 24 de marzo de 2010).

¡Esto es claridad!

lunes, 22 de marzo de 2010

La Generación del Sí... Sí Señor Presidente

En las páginas de Milenio y Reforma apareció el desplegado que reproducimos a continuación, y que podría igualmente titularse, como ya sugirió un columnista, el manifiesto de la “Generación del Sí… Sí Señor Presidente”. Hagan un esfuerzo para leerlo hasta el final y comprueben.

La lista de “abajofirmantes” es de lo más reveladora.


No a la Generación del No

Trece años llevan detenidas las reformas de fondo que el país necesita. La propuesta de cambios políticos hecha por el
gobierno empieza a andar el mismo camino: la negación, la parálisis.
Es inaceptable el bloqueo persistente al cambio por parte de las fuerzas políticas. Tiene detenido a México.
Quién se opone a todo está a favor de nada. Si estuviéramos en el paraíso, el cambio sería riesgoso pero, ¿estamos en
el paraíso? ¿No hay nada que cambiar? ¿No hay nada en las reformas políticas propuestas por el ejecutivo que atraiga a sus
opositores? ¿Podemos seguir como estamos en esta materia? ¿Trece años de parálisis no bastan?
Quizá el problema con las reformas propuestas –reelección de diputados y senadores, segunda vuelta en la elección
presidencial, iniciativa preferente para leyes secundarias, referéndum para cambios constitucionales y candidaturas
independientes- es que, por primera vez, los beneficiarios son los ciudadanos, no los partidos.
La resistencia al cambio une a la Generación del NO, la generación de políticos de todos los partidos que han hecho
improductiva nuestra democracia. Quienes apoyamos estas reformas, podemos abrigar serias divergencias entre nosotros
o con el gobierno en otros temas; podemos pensar que a la reforma del gobierno le sobran o le faltan detalles. No es un
paquete perfecto, como si existiera alguno.
Pero en su conjunto, constituye el cambio más importante en el país desde 1994, y sobre todo, la llave para
introducir cambios mayores en otros ámbitos: económico, social, internacional, jurídico, y de seguridad. Por eso las hacemos
nuestras, y llamamos a los legisladores a dejar atrás diferencias menores y el interés coyuntural, a favor de una visión de
futuro audaz y alentadora.
La Generación del NO es responsable de lo que NO ha ocurrido en México. Negar el cambio es perpetuar el presente.
Amigos legisladores: aprueben las reformas y demos inicio al debate de fondo: ¿Qué futuro queremos para México?
Avancemos juntos, para poder luego debatir juntos, y decidir en democracia.

A
Adrián Lajous
Agustín Irurita
Alberto Ruy Sánchez
Alfonso Cuarón
Andrés Rozental
Ángeles Mastretta
Arturo Ripstein
B
Bernardo Sepúlveda
C
Carlos Cuarón
Carlos Fuentes
Carlos Tello Díaz
Cecilia Soto
Ciro Gómez - Leyva
Claudio Lomnitz
D
Denise Maerker
E
Eduardo Norten
Enrique Berruga
Enrique Krauze
Ernesto Canales
Ernesto Zedillo

F
Federico Reyes –Heroles
Francisco Calderón
Francisco Valdez Ugalde
G
Gerardo Estrada
Guillermo Ortiz
Guita Schyfter
Genaro Borrego
H
Héctor Aguilar Camín
Hugo Hiriart
I
Isabel Turrent
J
Jaime Serra
Jesús Reyes-Heroles
Jesús Silva-Herzog Flores
Joaquín López Dóriga
Jorge G. Castañeda
José Antonio Aguilar
José Emilio Pacheco
José Ramón Enríquez
José Sarukhan
Julio Frenk
Jose Antonio Fernández Carvajal

L
Leo Zuckermann
León Krauze
Lorenzo Servitje
Luis Carlos Ugalde
Luis Gonzalez de Alba
Luis Rubio
Luis Téllez
M
Manuel Arango
Mariclaire Acosta
Mario Molina
Miguel Mancera
Miguel Mancera
P
Paz Alicia García Diego
Pedro Aspe
R
Rafael Pérez Gay
Raúl Arias Lobillo
Roger Bartra
Ruy Pérez Tamayo
S
Sabina Berman
Sergio Aguayo
Susana Zabaleta
X
Xavier Velasco

Responsables de la publicación: Héctor Aguilar Camín, Jorge G. Castañeda y Federico Reyes-Heroles. *
* Quisimos invitar a todos aquellos integrantes de la vida política, mediática, empresarial, intelectual y académica del país a quienes pudiéramos contactar en
un breve plazo. Nos une el contenido del texto y la plena convicción de que en la pluralidad o diversidad de opiniones sobre otros temas reside justamente
la fuerza de este intento.


Hasta aquí el desplegado, Arnaldo Córdova escribió al respecto:

“Nunca en mi ya larga vida me ha tocado ver tanta abyección ni tal servilismo hacia el poder. No me importa saber por qué lo hacen. Eso es asunto de ellos. Sólo quisiera saber de cada uno de ellos, incluso de muchos amigos queridos que han firmado esos manifiestos, qué es lo que buscan, en qué creen que nos están haciendo avanzar, aparte de manifestar su muy legítima repugnancia por nuestros repugnantes partidos y por nuestro repugnante y anémico sistema democrático. Si no tenemos algo mejor, es por una culpa que todos deberemos compartir. Y si queremos mejorar lo que tenemos, creo que el mejor camino, como se dice en los manifiestos, es discutirlo entre todos. El problema es que en este país nadie quiere discutir y menos aprobar por consenso. La derecha, ya lo sabemos, sólo sabe imponer y, en cuestiones de gobierno, sólo sabe gobernar mediante la fuerza.” (La Jornada, 21 de marzo de 2010

Su comentario no requiere adiciones.

Batida policiaca contra el SME

Frente a las demandas del SME, el Gobierno responde con la violencia, dejando claro que el Estado mexicano es un aparato al servicio de intereses bien definidos, y que su lucha contra las organizaciones de los trabajadores es la lucha fundamental de los poderosos en nuestro país, a la que se subordinan todas las otras medidas del Gobierno.

El recuento periodístico lo deja bien claro.

“Integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que resguardaban las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LFC) en varios sectores fueron golpeados por policías federales. Doce trabajadores resultaron heridos –uno de ellos de bala–, denunciaron dirigentes del gremio.”

“El propósito de los policías fue romper la huelga que el SME inició el 16 de marzo, cuando colocó banderas rojinegras en subestaciones y campamentos de la extinta LFC, agregaron.”

“(…) unos 30 electricistas se plantaron en los accesos a esas instalaciones (de LFC en Toluca).

Al lugar donde se manifestaban los trabajadores llegaron unos 120 policías. Si no dejan entrar a los trabajadores de la CFE o contratistas los vamos a desalojar por las buenas o por las malas, advirtió quien los comandaba.

En ese momento dispararon gases lacrimógenos y comenzó el enfrentamiento; los uniformados rompieron con sus toletes los cristales de 15 vehículos.”

“(…) un proyectil de gas lacrimógeno golpeó en la rodilla a su compañero Juan Ceballos Flores y le causó una severa lesión, por lo que fue trasladado de urgencia a una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social.”

“Cinco integrantes del SME se resguardaron en una vivienda, que fue allanada sin orden de cateo, y detenidos dos electricistas.”

“En Ecatepec, estado de México, unos 200 agentes arribaron a la subestación ubicada en avenida Industrias, colonia Cerro Gordo, y arremetieron a toletazos contra unos 70 electricistas, quienes trataron de repeler la agresión, pero fueron superados y sometidos a golpes y patadas. Al menos uno fue arrastrado.”

200 contra 70 vaya contienda.

“Luego que retomó el control de las instalaciones, la policía quemó mantas, carteles y enseres que los activistas tenían desde el martes. Con maquinaria pesada retiró las barricadas.”

“(…) en la zona centro de Ecatepec, la PF desalojó a los 300 electricistas que mantienen un plantón y desmanteló sus dos campamentos. Allí detuvieron a Heriberto y Fidel Olvera Ibarra y Alberto Flores Mercado, acusados de delitos contra la ‘riqueza nacional’.”

Sería interesante conocer el concepto de “riqueza nacional” de Gobierno.
“En Cuernavaca, Morelos, personal de la CFE, acompañado por unos 300 elementos de la PF, retiró el campamento de la subestación de LFC en la ciudad, e intentó sacar los vehículos que integrantes del SME ocupaban cuando estaban en funciones, pero estos últimos lo impidieron.”

Rosario Ibarra senadora, “se refirió sobre todo a un trabajador ilegalmente detenido dentro de las instalaciones de LFC en Cerro Gordo (vía Morelos y calle Industrias, en Ecatepec), al cual la Policía Federal se negó a entregar, a pesar de que estaba muy golpeado.”

(Nota de Patricia Muñoz Ríos, Israel Dávila, Silvia Chávez, Javier Salinas, René Ramón, Rubicela Morelos y Carlos Camacho, La Jornada 19 de marzo de 2010)


Y esto, según parece, es apenas el comienzo.

lunes, 15 de marzo de 2010

Ya éramos muchos… y parió la abuela: La "reforma" laboral del Gobierno

Ahora, en el momento en que la crisis se ceba en el bienestar de los trabajadores, el Gobierno quiere hacer aprobar medidas que significan una vuelta a épocas anteriores en materia de derechos de los trabajadores. Casi una vuelta a la esclavitud. Dice La Jornada, en una nota publicada hoy:

“Acabar con huelgas eternas y permitir que la parte patronal tenga derecho a pedir un arbitraje, como pueden hacerlo actualmente los sindicatos y trabajadores; reconocer el trabajo por obra o tiempo determinado y también el que se realiza desde el hogar, así como permitir los contratos temporales pero con capacitación inicial obligatoria, forman parte de los lineamientos de la iniciativa de reforma laboral que el gobierno del presidente Felipe Calderón prevé presentar este mes.”

Tan se presentan como medidas a favor de los patrones que se afirma que:

“De aprobarse, las autoridades calculan que México avanzaría 25 lugares en el índice de eficiencia del mercado laboral que califica el Foro Económico Mundial, al pasar de la posición 115 que ocupa, a la 94, y remontaría tres lugares en el índice mundial de competitividad.”

¿Y el bienestar de los trabajadores?

“(…) el gobierno propone que se les capacite (a los trabajadores) de manera inicial, para que sean probados antes de ser contratados, y que se reconozca el trabajo de temporada, por obra o tiempo determinado, que según el funcionario puede ser por hora, por día, semana, fin de semana o medio término.” (Nota de Susana Gonzalez, La Jornada, 15 de marzo de 2010)

O sea, trabajo a destajo legalizado. Tal pareciera que el Gobierno sólo puede entender el progreso como el aplastamiento de los trabajadores.

viernes, 12 de marzo de 2010

Las alianzas

Quienes todavía dudan que lo que mueve las alianzas entre el PRD y el PAN no es la mutua conveniencia sino que constituyen una anexión del PRD por el Gobierno, pueden cotejar las declaraciones de Manuel Camacho, coordinador de la coalición PRD-PT-Convergencia, al respecto, que como promotor de dichas alianzas no puede ser tachado de saboteador:

"Si gana Gabino (Cué, en Oaxaca) vamos a estar mejor que con Ulises (Ruiz); igual si gana Xóchitl (Gálvez) en Hidalgo."

"Van a cambiar las expectativas. La gente va a decir: ah, estos (los partidos PRD,PT, Convergencia) sí pueden ganar. Como ahora, en el juego inverso, en la cargada, ya empiezan a decir: aquí va a haber una competencia de tres fuerzas."

"Las alianzas electorales con el PAN son, pues, en la idea de Camacho, la única manera posible de poner a navegar el barco electoral de los tres tercios. Si cambiamos las expectativas, entonces sí podemos hacer política."

"–Qué bueno que Andrés Manuel esté en sus posiciones. Es sano. Si nosotros nos equivocamos, él podrá decir: se los dije. En cambio, si él se sumara y esto sale mal, nos hundimos todos. Y si esto sale bien no le vamos a decir: te lo dijimos, sino le vamos a dar a la izquierda un estímulo que ya no tenía." (¡¡!!)

"Camacho sacó cuentas y concluyó que con esas fuerzas no nos alcanzaba para ser competitivos. Y de ahí, a las alianzas."

"(…) los socialistas (chilenos) se dieron cuenta de que sin una alianza con la Democracia Cristiana no podrían abrir el sistema. No sólo fueron en alianza, sino eligieron a un democristiano como primer presidente de la concertación. Si no, simplemente no hubieran ganado. Hay un propósito claro y ya son otras reglas, ya no se puede ver todo por lo que pasó (en 2006)"

“'Si logramos los votos, la gente se va a entusiasmar. Si no, simplemente va a decir: ‘estos nos llevan de derrota en derrota’. La responsabilidad de los políticos es dar resultados, no sólo tener principios (¡¡!!). En términos weberianos, la política es una ocasión de resultados.'”

"El país está en una situación muy difícil, y si no ofrecemos un proyecto distinto y convincente, no va a ser suficiente con un arreglo electorero. Para que nos dé, necesitamos ir al fondo. Hay muchas diferencias con el PAN que no veo cómo se podrían zanjar" (¿¡!?).

"El punto es cómo frenamos la restauración autoritaria (del PRI): que en una mesa tomen la decisión de excluir a una de las fuerzas, a la izquierda. Es decir, ya el voto no cuenta, el voto y las negociaciones en el Congreso son escenografía."

"No se dice directamente, pero cuando se habla de diferencias ideológicas (entre el PRI y el PAN) lo que ese pacto está diciendo es saquemos de una vez a la izquierda de la competencia, pongámonos de una vez de acuerdo entre nosotros. Es decir, la restauración del pacto de 1989."

"–Hecho por los mismos con los que ustedes irán aliados" (pregunta el reportero).

"–Si no hacemos eso (responde Camacho), vamos a validar lo que ellos quieren. Ya nos dimos cuenta que ése es su talón de Aquiles, cometeríamos un gran error si retiramos la presión (¿o sea que el PRD presiona al PAN?)."

"Estamos frente a la defensa de regímenes locales, clientelares, autoritarios, donde no hay control social que pueda abrir esos sistemas; entonces, no sólo es pierdo, es pierdo y temo."

Entrevista de Arturo Cano en La Jornada 12 de marzo de 2010.

Estas declaraciones no merecen mayor comentario.

sábado, 6 de marzo de 2010

El Estado en la época del imperialismo

En no pocos textos se ha ventilado la ‘teoría’ del ‘debilitamiento del Estado’, del ‘desmantelamiento del Estado’ por el ‘neoliberalismo’.

Tal ‘teoría’ distorsiona la realidad del debilitamiento de los Estados dominados por los Estados poderosos; encubre el hecho del recrudecimiento del saqueo imperialista en las condiciones de la explotación de unos países por otros, que llega incluso a la recolonización (Irak, Afganistán).

Con tal posición se pasa por alto el carácter capitalista de los Estados dominados, el grado mayor o menor de su sojuzgamiento al imperialismo, es decir, el grado en que han sido avasallados por los países más poderosos. La supuesta desnacionalización de los Estados nacionales es un despropósito a todas luces. Los Estados surgidos del ascenso del capitalismo y de la descolonización no perderán voluntariamente su carácter nacional; este carácter es el fundamento ideológico mismo del poder del Estado sobre ‘su’ población, es monopolio de sus burocracias y milicias y es la fuente última de su legitimidad.

Los Estados surgidos de la descolonización, como es el caso de la mayoría de las naciones africanas y asiáticas, de América Latina, etc., ciertamente pueden debilitarse y han llegado a perecer, pero su derrumbe ha tenido lugar en el marco de una lucha de clases particularmente violenta y bajo el asalto de las grandes potencias, recordemos los casos de Haití, Irak, Ruanda o Uganda.

La descomposición de esos Estados, que hemos observado en las últimas décadas con excesiva frecuencia, no significa necesariamente su debilitamiento frente a las clases explotadas de sus respectivos países, sino más bien frente al imperialismo. Lo que parece haber ocurrido fue la prematura descomposición del nacionalismo de las antiguas colonias, que arribaron a la conformación de sus naciones cuando el nacionalismo en general se adentraba en la descomposición, debido en gran parte a la deriva monopolista-rentista de las clases capitalistas. Los casos más sobresalientes de esta descomposición no fueron únicamente, por cierto, el nazismo alemán y el fascismo italiano, sino también la ‘democracia’ estadunidense, la república francesa y el parlamentarismo inglés, convertidos en otras tantas máscaras que mal disimulan la rapiña y el saqueo de pueblos débiles, y la rebatinga por el botín mal habido.

Las naciones del llamado “Tercer Mundo”, o países dominados, más propiamente dicho; llegaron al capitalismo en su fase de descomposición imperialista, lo que también se plasmó en su constitución en Estados nacionales, pues no constituyeron repúblicas democráticas, con libertades burguesas mínimas, sino dictaduras militares, personales, o de partido, todas con pesadas burocracias y ejércitos indisciplinados y abiertamente reaccionarios.

Todos los Estados actuales se integran con instituciones imperialistas, chovinistas, racistas, xenófobas; reaccionarias en toda la línea. De todo lo cual se deriva que en los hechos las instituciones ‘nacionales’ mantengan una guerra permanente contra “sus” pueblos, aplastando toda iniciativa propia de estos; lo que se corresponde perfectamente con la práctica, la ideología y el fundamento económico del imperialismo, o sea, la búsqueda de superbeneficios a toda costa. Esto es, en el momento actual, el imperialismo sólo puede sostenerse sometiendo a las masas populares a una explotación incrementada.

Frente a este escenario de explotación y saqueo imperialista, se desarrolla el utopismo más rudimentario. La organización política auténtica de las masas es suplantada por el clientelismo, los auténticos dirigentes populares son suplantados por agentes del imperialismo; los grupos políticos y sindicales son tomados por pequeños grupos de arribistas, aventureros y oportunistas, defensores todos del orden capitalista y solapadores del imperialismo.

El imperialismo, sin embargo, no puede detener la rueda de la historia, por cuanto no puede resolver las contradicciones más profundas del capitalismo, incluso las exacerba, agudiza, acelerando la descomposición del capitalismo, y es así puesto que no hay ganancia que sacie la voracidad de los grandes capitalistas ni conquista que aplaque la codicia de los políticos imperialistas; los diferentes grupos de saqueadores tienen entonces la necesidad imperiosa de buscar permanentemente un nuevo reparto, más favorable para ellos, del botín saqueado, lo que lleva tarde que temprano a luchas cada vez más destructivas a crisis más agudas.

El Estado, pues, se ‘debilita’, por su sujeción a Estados extranjeros, que sojuzgan a la nación, saqueándola; y manteniendo esta situación por medio de la explotación y la guerra, medios todos, que, pese a las connotaciones religiosas, étnicas, ‘raciales’, etc. que posean, en el momento actual tienen un mismo contenido económico: la persecución de los superbeneficios monopolistas, la consecución de los objetivos geopolíticos y geoestratégicos del imperialismo.

lunes, 1 de marzo de 2010

El ‘derrumbe’ del capitalismo

Entre las corrientes económicas de principios del siglo XX tuvo lugar el debate sobre un eventual ‘derrumbe’ del capitalismo como una posibilidad subyacente a las contradicciones de este régimen al alcanzar el estadio imperialista, esto es, se creía que la expansión del capitalismo encontraría un límite insalvable al agotar el territorio a repartir entre las grandes potencias, de manera que la caída libre de las ganancias desataría una crisis que acabaría con todo el entramado de las relaciones de producción capitalistas.

No obstante la agudeza de los argumentos a favor del “derrumbe”, tal situación límite es una mera abstracción de la realidad, por cuanto de hecho el capitalismo crea y supera constantemente sus límites económicos. La acumulación capitalista prosigue bajo la crisis, aun cuando lo haga en nuevas condiciones: las del monopolismo. Los grupos monopolistas tienen la capacidad de allegarse superganancias, que son la motivación última del régimen capitalista; aun cuando la demanda solvente de mercancías se mantuviera ligeramente rezagada, ésta se crea constantemente, dentro y fuera del país imperialista por medio de los gastos improductivos de los monopolios(2) que regeneran constantemente la pequeña producción y las llamadas “clases medias”, que son esenciales para la reproducción del capitalismo. A este fin sirve también el saqueo colonial, que provee recursos para subsanar los agujeros del sistema como un conjunto; a costa del bienestar de los pueblos dominados.

¿Juzgar que la teoría del derrumbe es fundamentalmente incorrecta implica afirmar que el capitalismo será eterno? En modo alguno. El desarrollo normal del capitalismo conlleva crisis de largo alcance que no se encuadran completamente en la esfera economía y que a la larga tienden a vulnerar al régimen capitalista, arrastrándolo a su desaparición, situación que tiene muy poco que ver con el “derrumbe” al que se referían los críticos de principios del siglo XX. Las contradicciones del capitalismo no son únicamente de tipo “económico”, sino histórico, en el sentido más amplio del término. Pero ciertamente la estructura económica de la sociedad capitalista es la fundamental de este modo de producción, y condiciona al conjunto de la estructura social, por ello, al hablar de crisis del capitalismo, siempre se habla de procesos en los que la cuestión económica es la raíz fundamental, pero no entendida ésta en la concepción habitual o restringida de la economía como un conjunto de relaciones técnicas, sino en su sentido histórico, como expresión de determinadas relaciones entre grupos sociales.

En primer lugar, este régimen sufre una aguda contradicción con su entorno ambiental: toma de la naturaleza más de lo que le restituye, arrojando desechos difíciles de descomponer o alterando los ciclos que le son propios. Sin embargo, en principio, el desarrollo tecnológico puede aliviar al menos algunos efectos directos de la contaminación en el hábitat humano; el “estrés medio-ambiental” puede ser determinado en el entorno ecológico con cierta precisión, lo que permite hacer valoraciones de las medidas a tomar. Pero, en cambio, el efecto a largo plazo es difícil de determinar.

Más relevante, para los efectos de este ensayo, es la tendencia del capitalismo a exacerbar los conflictos político-militares en una escala nunca antes vista.

Las contradicciones sociopolíticas de todo género hallan, en la competencia interimperialista (e intercapitalista en general), un combustible inapreciable.

El capitalismo impulsa los conflictos heredados de épocas pasadas en cuanto estos representan una oportunidad de obtener ganancias, los países poderosos y sus monopolios asociados apoyan a una facción o a otra con recursos financieros, tecnológicos, etc. con miras a recuperar lo invertido con creces.

Además, el capitalismo incrementa los armamentos a una escala gigantesca, en cantidad y poder destructivo. La cúspide de esta tendencia la constituyen los arsenales nucleares, termonucleares, etc., cuya cantidad y capacidad destructiva es mucho más que suficiente para arrasar por completo al planeta.

Y por si fuera poco, se ha llegado a la creación de industrias asociadas a la guerra: consultorías financieras, equipos de salvamento de infraestructura (petrolera p. ej.); ejércitos mercenarios, contratistas de todo género, etc., que atizan los conflictos por el mero afán de colocar sus productos al mejor precio.

La expansión del capitalismo

El desarrollo del capitalismo ha sido motivo de largos debates, particularmente desde que el capitalismo abandonó las fronteras de Europa, debates que se han enfocado fundamentalmente en las cuestiones, no menores por cierto, de la exportación de mercancías y de capitales, es decir, en el “problema de los mercados”.

El planteamiento del problema es más o menos el siguiente: Al irse estableciendo relaciones de producción capitalistas en un país, éstas se representan en una masa creciente de productos del trabajo que se hallan en manos de los capitalistas y cada vez menos en manos de los trabajadores, que por ello se ven obligados a trabajar para los capitalistas, por lo tanto, al irse ampliando esas relaciones se extiende la miseria a las masas trabajadoras, que son por lo tanto cada vez menos aptas para adquirir los productos que ellas mismas elaboran. Algunos teóricos han intentado demostrar que ese empobrecimiento de las masas trabajadoras que acompaña al capitalismo acabará por hacer imposible su permanencia, o sea, que el empobrecimiento reduce el mercado para las mercancías que “portan en sí” las relaciones sociales capitalistas; requiriéndose, por lo tanto, nuevos mercados donde las mercancías se puedan realizar, es decir, intercambiar por un valor equivalente expresado en dinero.

Pero esta operación puramente lógica no hace sino desplazar el problema de la realización al ‘mercado exterior’.

El problema del mercado exterior no tiene relación con el de la realización de las mercancías. El empobrecimiento mismo de las masas, su proletarización, su descomposición en burguesía y proletariado, generan el mercado; ya que, por un lado, obligan a los trabajadores a adquirir su menguado consumo en el mercado; y se crea, asimismo, un mercado de bienes de producción, mismo que crece incluso más rápido que el de bienes de consumo. Y este mercado de bienes productivos, de bienes para la producción, se convierte cada vez más en un monopolio de los capitalistas, es en donde ellos fincan su poder, pues van desplazando de él a los trabajadores, y, al hacerlo, éstos se ven obligados a vender su única mercancía: su fuerza de trabajo. Llega el momento en que la adquisición de medios de producción es prerrogativa exclusiva de los capitalistas, pues estos se vuelven los únicos miembros de la sociedad capaces de adquirir los costosos equipos y de contratar el personal para operarlos que son necesarios para producir con ganancia en las condiciones socialmente establecidas

En el marco del capitalismo anterior al monopolismo, la expansión del mercado se ve limitada por su escaso desarrollo, limitándose su actividad al intercambio de mercancías para el uso, pero en lo que respecta al ‘problema de los mercados’, el único cambio en la cuestión es que ahora el problema se ha extendido ya al mundo entero pues en cada lugar en que las relaciones mercantiles se van desarrollando, se va produciendo indefectiblemente la escisión de la sociedad en un grupo de grandes poseedores y una masa cada vez más desprovista de medios para producir, y al alcanzar este proceso una determinada medida, la necesidad de mercados exteriores vuelve a ser apremiante, pero no lo es porque las necesidades de la sociedad estén colmadas, sino porque el mercado está saturado, porque la demanda capitalista de mercancías está satisfecha, es decir, porque el grado de desarrollo de las relaciones capitalistas de producción e intercambio ha alcanzado el nivel indicado para que los capitalistas lucren al nivel máximo relativo. La necesidad de ‘mercados exteriores’ para el capitalismo es real, pero no atañe al problema de la realización, sino a la cuestión del mantenimiento de la tasa de ganancia de los capitalistas.

Los capitalistas buscan aumentar siempre sus ganancias, esto sólo se consigue desplazando a los competidores al incrementar la productividad del trabajo, para producir más barato y, por lo tanto, con mayor ganancia, y al disponer del mayor mercado posible.

La competencia intercapitalista hace solventes a los mercados externos, crea la necesidad de ellos para el capitalismo mundial.

Por otra parte, la aparición de esta solvencia hace también viables las guerras de partición y redivisión del mundo, por cuanto el aseguramiento de un mercado por tal o cual burguesía no puede efectuarse por medios puramente económicos, por una política de precios, etc., sino que requiere medios político-militares, pues involucra cuestiones estratégicas que complican notablemente la situación.

Esto se lleva a sus límites bajo el capitalismo imperialista, donde al capital-mercancía se suman el capital productivo y el capital financiero como formas concretas de la expansión de las relaciones capitalistas; habida la cuenta de que el capital-mercancía era insuficiente para ampliar los mercados a un ritmo adecuado a las necesidades de los magnates rentistas, que son quienes ahora predominan entre los capitalistas, se que hace necesario “dar un empujón” a la acumulación de capital en los países dependientes, posibilidad que descansa en el simple y llano hecho de que ahora se dispone de la masa de medios económicos y materiales para realizarlo.

La expansión del capitalismo en su fase imperialista consiste en la extensión de las relaciones de explotación capitalistas por encima, a pesar de, y, en ocasiones incluso con el servicio de, las fronteras nacionales; es la expansión de estas relaciones en el contexto de las separaciones de fase que representan las barreras nacionales, ideológicas y culturales que corresponden a los diferentes países. A las tácticas mercantilistas de antaño se suma la fuerza económica de los monopolios, expresada en la fuerza político-militar de los Estados en que se basan esos monopolios.

Si tal o cual frontera no cede a la expansión puramente económica del capital monopolista, lo hará frente a su expansión político-militar, tras la cual, los monopolios extranjeros acabarán por asentarse en condiciones más o menos beneficiosas; pero eso sí, con el aliciente de que habrán dejado fuera a la competencia, lo que por sí mismo puede ser crucial en el juego y rejuego de la lucha por las ganancias.

Políticas de precios, deudas de los Estados, invasiones coloniales, jugarretas jurídicas, guerras interimperialistas, conflictos de todo género; acaban todos por ser otros tantos medios con que se dirime cuál grupo de monopolistas habrá de llevarse la mayor tajada de ganancia.

lunes, 11 de enero de 2010

La Sexta Declaración de la Selva Lacandona: ¿Una apología del capitalismo?

Parte II de II: La Sexta y México

El apartado IV de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona constituye un análisis de la situación contemporánea de México: “Ahora les platicamos lo que está pasando en nuestro México” (§1). El EZLN retoma algunos puntos ya planteados anteriormente y los centra en hechos de la historia reciente del país.

Afirma el EZLN: “lo que vemos es que nuestro país está gobernado por los neoliberalistas” (§1). Más propiamente, como hemos sostenido antes, debiera hablarse de “imperialistas”, o si se prefiere, de neoimperialistas. El EZLN nos alerta, “los gobernantes que tenemos están destruyendo lo que es nuestra nación, nuestra patria mexicana” (§1). Afirma acertadamente que “su trabajo de estos malos gobernantes no es mirar por el bienestar del pueblo, sino que sólo están pendientes del bienestar de los capitalistas” (§1) ¿Cómo “destruyen la nación”estos “malos gobernantes”? “Hacen leyes como las del TLC que pasan a dejar en la miseria a muchos mexicanos, tanto campesinos y pequeños productores, porque son comidos por las grandes empresas agroindustriales; tanto como los obreros y pequeños empresarios, porque no pueden competir con las grandes trasnacionales que se meten sin que nadie les diga nada y hasta les dan las gracias, y ponen sus bajos salarios y sus altos precios” (§1). Es decir, el EZLN identifica mecánicamente la ruina del pequeño productor y comerciante con la ruina de la “nación”. Pero, ¿sobre qué base el EZLN habla de que los obreros “compiten” con las trasnacionales junto a los pequeños empresarios? Las trasnacionales también contratan trabajadores nacionales, además, bajo el capitalismo predomina la competencia, tanto entre los propios capitalistas por ganancias como entre los trabajadores por los empleos. Esta es, por decirlo en términos coloquiales, la ley de la selva capitalista, sin embargo; debe hacerse el señalamiento puntual de que el predominio de la gran industria, en medio de sus profundas contradicciones, constituye la situación más ventajosa para los proletarios rurales y urbanos, hablando en términos históricos, por cuanto hace posible su organización en tanto clase social; situación muy diferente a la que tiene lugar bajo el predominio de la pequeña producción, donde dicha organización es incomparablemente más difícil de lograr pues no solo se enfrenta a la competencia entre trabajadores, sino a la dispersión geográfica y laboral de los mismos y a las actitudes paternalistas típicas del pequeño patrono.

La situación, pues, no puede reducirse a la cuestión de si los salarios y precios son altos o bajos, sino que debe comprenderse en términos de la lucha de clases.

En el mismo párrafo, en consonancia con la tergiversación arriba mostrada habla de “algunas de las bases económicas de nuestro México, que eran el campo y la industria y el comercio nacionales, están bien destruidos y apenas quedan unos pocos escombros que seguro también van a vender” (§1) ¿Cuáles son las otras “bases económicas de nuestro México” aparte del campo, la industria y el comercio? ¿Los servicios? ¿Y estos no están “destruidos”? El EZLN aduce todo lo anterior sin aportar cifra o referencia alguna, apelando quizá a la percepción subjetiva que propalan en los medios de comunicación, misma que se desprende de la constante ruina de la pequeña producción.

El EZ confunde la destrucción de la pequeña producción con el avance de la gran producción capitalista, lo que le conduce indefectiblemente a ilusiones sobre supuestas ventajas de la pequeña producción frente a la grande. Dice el EZLN “y estas son grandes desgracias para nuestra patria. Porque pues en el campo ya no se producen los alimentos, sino sólo lo que venden los grandes capitalistas, y las buenas tierras son robadas con mañas y con el apoyo de los políticos” (§2), pasa por alto el EZ el hecho de que el país forma parte de la división internacional del trabajo y que, por lo tanto, la búsqueda de ganancias capitalistas orienta la producción, por ejemplo, si el grano extranjero es más barato, se deja de producir en el país y se aumenta la producción de otros bienes agropecuarios con mayor demanda, como hortalizas y fibras textiles. Avanza la tecnificación del campo, se fortalece la diferenciación del campesinado en burguesía y proletariado y con ello la posibilidad de sustituir las viejas formas precapitalistas y capitalistas poco desarrolladas que aún agobian la vida rural, se ha olvidado ya la siniestra lacra de los acaparadores, pero estos no son preferibles a la gran empresa agropecuaria, que representa, al menos, la posibilidad de la organización de masas en el medio rural.

Es de dudarse que el EZLN manifieste algún tipo de nostalgia por acaparadores, usureros, finqueros y demás sanguijuelas del campo, por lo cual resulta extraño esta añoranza por la producción campesina, esta idealización del atraso rural que ha sido el fermento tradicional de las formas más brutales de explotación a lo largo de la historia de América Latina y de buena parte del planeta. Dice el EZ: “que en el campo está pasando igual que cuando el porfirismo, nomás que, en lugar de hacendados, ahora son unas empresas extranjeras las que tienen al campesino bien jodido. Y donde antes había créditos y precios de protección, ahora sólo hay limosnas... y a veces ni eso” (§2), pero la diferencia entre estas épocas históricas no se trata solamente de una sustitución de un patrón por otro, en principio no olvidemos que bajo el porfirismo la concentración de la tierra y la ruina del campesinado se efectuaron todavía por medio de la fuerza, mientras que en la actualidad se hace por medio del dinero, lo que implica una base económica distinta para un caso y para otro. Por otro lado, el sólo hecho de la migración en masa que se registra y la diversificación y aumento de los cultivos nos hablan de una transformación profunda de las relaciones de producción rurales, transformación que comenzó precisamente con los Gobiernos liberales del siglo XIX, Juárez, Lerdo y Díaz. Se cometen errores graves cuando no se distingue lo que diferencia una época de otra y se idealizan ciertas épocas pasadas, como aquellas en que se concedían “créditos y precios de protección” mismos que a fin de cuentas sirvieron para empujar fuertemente el desarrollo del campo en el sentido capitalista y apuntalar la diferenciación de clases que ahora se lamenta, todo lo cual siempre se hizo en beneficio de los más ricos y no en el de los explotados.

No se crea que pasamos por alto las duras e incluso trágicas condiciones en que se realiza el paso a formas capitalistas de explotación en el campo: los despojos, el desarraigo, la ruina en masa, el hambre, etc., agravados especialmente por el despotismo político, fruto histórico del escaso desarrollo organizativo y teórico de los explotados en países como el nuestro, que constituye una especie de círculo vicioso; pero ha de tomarse en cuenta que el estancamiento del campo en formas de explotación atrasadas sólo puede generar condiciones mucho más dolorosas y sin salida para los explotados. En otras palabras, los trabajadores del campo deben comprender que su única esperanza de libertad se vislumbrará en el avance del capitalismo hasta sus últimas consecuencias, en la exacerbación de sus contradicciones internas, pues sólo de esta manera los explotados podrán ver claramente los límites de la explotación y podrán vislumbrar los caminos de su superación.

¿Se quiere decir con esto que los trabajadores del campo deben renunciar a sus reivindicaciones inmediatas y que debe cesar toda resistencia al Estado y al capital? De ninguna manera, sino al contrario. En condiciones de atraso, en igual medida es necesaria la organización de los explotados en asociaciones de producción, de consumo, de defensa de la ecología, organizaciones políticas, etc. Pero debe advertirse sin ambages que esto no frena el avance del capital, sino que incluso lo acelera, debe decirse sin subterfugios que la ruina crónica de la pequeña producción es ineludible. No debiera alimentarse en el “campesinado” una fe en el futuro de la pequeña producción, pues esta carece de sustento y solamente le convertiría en reserva política del gran capital, que paradójicamente es lo que se quiere evitar, pues no hay mejor forma de sabotear la organización de masas de los trabajadores rurales que fomentar el apego a la parcela, o sea, a la propiedad privada. La defensa de la pequeña explotación sólo sirve a los intereses del gran capitalista.

“En su lado el trabajador de la ciudad – continúa el EZLN – pues las fábricas cierran y se quedan sin trabajo, o se abren las que se llaman maquiladoras, que son del extranjero y que pagan una miseria por muchas horas de trabajo. Y entonces no importa el precio de los productos que necesita el pueblo porque, aunque está caro o barato pues no hay la paga” (§3) Se produce de esta manera una mezcla de definiciones confusas que es preciso esclarecer, al menos de forma sumarísima. En primer lugar, no es necesario que una “fábrica” cierre para desemplear trabajadores, se olvidan los despidos, o el menor ritmo de contratación con respecto al aumento de la población, ambos procesos tienen lugar. El nivel de empleo depende, en última instancia, del nivel de la tasa de ganancia capitalista: tanto gano, tanto exploto.

En segundo lugar, se diferencia sin mayor precisión entre “fábricas” y “maquiladoras”, sólo se indica que estas últimas “son del extranjero”. ¿Acaso las maquiladoras no son fábricas? ¿Acaso los extranjeros no son dueños también de bancos, comercios y “fábricas”? Conviene hacer una breve puntualización sobre estos términos, introduciendo algunas definiciones.

La producción capitalista toma históricamente como punto de partida en la industria al pequeño taller artesano que desplaza al taller gremial del monopolio de la industria. Conforme progresa la organización del taller, éste eventualmente se transforma en manufactura, un gran taller que reúne un mayor número de trabajadores asalariados, que pueden o bien fabricar un mismo producto final o bien repartirse los distintos procesos para obtenerlo, desarrollando la división del trabajo al interior del centro de trabajo. La introducción de la máquina-herramienta acelera la división del trabajo y va diluyendo la especialización del trabajador, de modo que este va quedando apartado de los medios de producción, lo cual se logra en definitiva con la introducción de una fuente de poder central, el molino de agua, el de viento, la máquina de vapor, de combustión interna, eléctrica, etc. Se establece así la fábrica propiamente dicha. Las fábricas también se especializan y con el progreso de la división del trabajo nacional y luego internacional, los distintos pasos de las cadenas de producción se reparten en distintas fábricas o manufacturas repartidas a lo largo y ancho del país o entre muchos países. Las “maquiladoras” no son sino fábricas y manufacturas que realizan determinados procesos fraccionarios en la producción de artículos en cadenas de producción internacionales. Algunas maquiladoras son extranjeras, otras son nacionales, lo que ha llamado la atención sobre ellas es el hecho de que se encuentran fuertemente ligadas al capital imperial-monopolista y de que por lo tanto poseen una gran movilidad, trasladando sus operaciones ahí donde encuentran condiciones propicias: bajos salarios, regulaciones laxas, protección del Estado, etc. No tiene sentido entonces oponer las “fábricas” a las “maquiladoras”, pues unas y otras son eslabones de la misma cadena: la división internacional del trabajo. El esquema maquilador es el producto necesario del desenvolvimiento de la industria bajo el capitalismo imperialista contemporáneo.

Es incorrecto también, por lo tanto, suponer que tal profundización de la división del trabajo por sí sola supone que se “pague una miseria por muchas horas de trabajo” y que ya no importen los precios “pues no hay la paga”. La lucha por el salario es un factor más de la ecuación, pues el salario tiene dos límites móviles, a saber: un límite fisiológico y uno histórico-cultural, el primero comprende la cantidad de bienes necesarios para restituir la fuerza de trabajo del obrero y para su reproducción, es decir para el sostenimiento de una familia trabajadora, el segundo límite consiste de los bienes necesarios para satisfacer las necesidades espirituales (diversión, estudio, etc.) que los trabajadores han arrancado a los capitalistas en la lucha de clases. Y estos límites valen tanto para el sistema maquilador como para la fábrica que burdamente llamaremos “tradicional”. Por otro lado, las empresas del sistema “tradicional” también migran en circunstancias desfavorables, sólo que lo hacen con menos facilidad que las maquiladoras. Estas constituyen una organización del trabajo propia de la forma actual de la internacionalización del capital.

¿Sobre qué base el EZLN opone una “industria nacional” a la trasnacional en lo que respecta al asalariado? Dice: “Y si alguien se trabajaba en una pequeña o mediana empresa, pues ya no porque se cerró y la compró una gran trasnacional. Y si alguien tenía un pequeño negocio, pues también se desapareció o se puso a trabajar clandestinamente para las grandes empresas que los explotan una barbaridad, y hasta ponen a trabajar a los niños y niñas. Y si el trabajador estaba en un sindicato para demandar sus derechos legalmente, pues no, que ahora el mismo sindicato le dice que hay que apechugar que bajan el salario o la jornada de trabajo o quitan prestaciones, porque si no pues la empresa cierra y se va para otro país” (§3).

¿Sobre qué base el EZLN correlaciona “empresa nacional” con bienestar y derechos de los trabajadores? Su carácter “nacional” jamás le impidió al capitalismo mexicano explotar sin tregua y por todos los medios a su alcance al proletariado rural y urbano y a otras capas subordinadas. No debieran olvidarse las represiones masivas, la cacería de “subversivos”, los sindicatos blancos, los asesinatos de dirigentes y militantes sindicales, todo aquello que marcó el despotismo capitalista desde el porfirismo. ¿Considera el EZLN que la burguesía “nacional” era o es ajena a lo anterior? El aplastamiento de los trabajadores no es algo nuevo en México, el EZLN apela a los lugares comunes del pequeño productor que disfrutó de cierto bienestar y progreso material en las décadas posteriores a la reforma agraria cardenista, misma que entró en crisis hacia los años 1970s, cuando comenzó un proceso de restructuración del capitalismo a escala mundial, pero omite resaltar que el peso de este progreso capitalista siempre recayó sobre el proletariado rural y urbano y ciertas capas “campesinas” en vías de proletarización y que, por lo tanto, es un error colocar en el mismo grupo a estas clases con los grandes capitalistas, beneficiarios casi exclusivos de ese progreso. Las ventajas, mínimas, logradas por los trabajadores en esa época fueron arrancadas en la lucha, no pocas veces sangrienta, contra la ganancia capitalista. La pérdida de derechos y la baja de salarios que efectivamente se han producido dudosamente pueden atribuirse en exclusiva a una supuesta “destrucción económica” que es en realidad una restructuración de la división del trabajo bajo condiciones capitalistas, sino que conviene valorar el efecto del retroceso político y organizativo, al estancamiento y desmoralización del movimiento sindical, vinculados a dicha restructuración.

Extrae de todo esto el EZLN una conclusión inexacta muy propia del populismo, que ya hemos visto con anterioridad, “que, como la economía del pueblo está bien jodida tanto en el campo como en la ciudad, pues muchos mexicanos y mexicanas tienen que dejar su patria... e irse a buscar trabajo en otro país que es Estados Unidos, y ahí no los tratan bien, sino que los explotan, los persiguen y los desprecian y hasta los matan”(§4), conclusión que se empata muy bien con todo lo anterior.

Se resucita aquí la mítica economía popular de los antiguos populistas en la forma de la “economía del pueblo”, como algo opuesto a la economía capitalista. Pero no existe tal economía del pueblo separada de la capitalista, el mercado de bienes y de fuerza de trabajo liga indisolublemente a los distintos actores sociales en una única organización socioeconómica. También extrae el EZ de esta concepción errónea otro elemento inexacto: que la ruina de esta “economía del pueblo” es la causa de la migración desde el país hacia el extranjero y omite citar la migración desde el campo mexicano a las ciudades mexicanas, proceso aún vigente. El capitalismo se ha asentado ya en el campo a raíz de la creciente división del trabajo y el correspondiente intercambio de mercancías que fueron propiciados de manera importante por la reforma agraria, y la migración del campo es un subproducto de este proceso, originado por la proletarización de una gran masa de campesinos que son arruinados por la concurrencia capitalista. Es pues, la restructuración de las relaciones sociales del campo en función de los intereses del capital la fuente de la migración, migración que es una de las pocas armas en manos del proletariado rural para atemperar la disparidad entre el campo y la ciudad. No es plausible pues, buscar el origen de la migración en la ruina de una supuesta “economía del pueblo”, a menos que tal término se refiera a los ingresos de los trabajadores, en cuyo caso sería mejor decirlo así, en vez de inventar algo llamado “economía popular”. Por lo que respecta a la migración de origen rural y urbano hacia los EU, sólo puede tener su origen en las disparidades de las condiciones de vida entre ambos países, de otro modo no se explica que muchos mexicanos continúen intentando migrar si “los explotan, los persiguen y los desprecian y hasta los matan” (§4) pues en México también se persigue, desprecia y mata, ¿aducirá el EZLN que los migrantes persiguen un espejismo?

El propio EZLN lo constata cuando afirma que: “el neoliberalismo que nos imponen los malos gobiernos pues no ha mejorado la economía, al contrario, el campo está muy necesitado y en las ciudades no hay trabajo” (§4). “Y lo que está pasando es que México se está convirtiendo nomás en donde nacen un rato, y otro rato se mueren, los que trabajan para la riqueza de los extranjeros, principalmente de los gringos ricos” (§4), así se llega a una conclusión exacta y que merecería mayor desarrollo: “Por eso decimos que México está dominado por Estados Unidos” (§4).

Más adelante, dice el EZ: “pero no sólo pasa esto, sino que también el neoliberalismo cambió a la clase política de México, o sea a los políticos, porque los hizo como que son empleados de una tienda, que tienen que hacer todo lo posible por vender todo y bien barato” (§5). En momento alguno la “clase política” en la historia reciente del país ha dejado de estar al servicio del orden capitalista (que no necesariamente a las órdenes de los capitalistas), si se quiere decir que el Estado en su orientación actual se encuentra más dominado por el imperialismo que en épocas pasadas, pues simplemente debiera decirse así, en vez de pretender que bajo los gobiernos priístas se estaba lejos de la órbita del dominio imperialista. México ha sido un país dependiente desde su independencia de España, primero del capital inglés y luego del estadounidense, las políticas de autodeterminación se han arrancado en el curso de la lucha de clases. Asimismo, la política de privatizaciones-estatizaciones siempre se ha realizado en función de los intereses del orden capitalista, pretender que un gobierno “progresista” estatiza a ultranza y uno “reaccionario” vende a rajatabla, es un juicio demasiado simplista de una situación compleja, lo que debiera juzgarse en todo caso es si la política implementada hace avanzar al capitalismo o lo retrasa, de si sirve a una fracción avanzada del capital o a una retrasada.

Bajo una óptica poco elaborada se evalúa la modificación del artículo 27 constitucional: “cambiaron las leyes... y se pudieran vender las tierras ejidales y comunales. Eso fue el Salinas de Gortari, y él y sus bandas dijeron que es por el bien del campo y del campesino, y que así va a prosperar y a vivir mejor” (§5) Y se pregunta ingenuamente el EZLN: “¿Acaso ha sido así?” Se olvida o ignora que la cuestión fundamental en lo que respecta a la posición del Estado y el gran capital frente a la reforma agraria. El reparto de tierras y la creación de ejidos, a pesar de la retórica del grupo gobernante, no se concibió como la solución de los problemas de los campesinos a largo plazo, sino como un medio de desactivar su potencial revolucionario y asegurar así la estabilidad política del capitalismo, darle una base socioeconómica para consolidar sus fundamentos económicos y sacar todo el provecho posible de la descomposición del semi-proletariado “ejidal”. Si como hace el EZLN, observamos la cuestión desde el punto de vista del bienestar material del “campesinado”, compartiremos la misma conclusión que formula: “El campo mexicano está peor que nunca y los campesinos más jodidos que cuando Porfirio Díaz” (§5). Suponer que estos procesos debieran haber supuesto una bonanza perpetua y creciente para el “campesinado” es poco más que una postura que no se encuadra en una comprensión razonada, sino un esquema ideológico de clase, de clase pequeño-productora. El contenido de estos procesos carecía de un carácter distinto al del capitalismo; la creación de ejidos, en principio inalienables, sólo dificultó el proceso de diferenciación del campesinado en burguesía y proletariado, pero no lo suprimió, como quería hacer creer la demagogia priísta. Como muestra F. Omar Lerda ya en el año de 1984 , la información correspondiente al año 1970 arrojaba los indicios de un avanzado proceso de descomposición de los agricultores, tanto al interior del “sector privado” como en el “sector ejidal”, con la presencia de una gran burguesía agrícola minoritaria y una masa inmensa de obreros con parcela y una serie de estratos intermedios que dependen en menor o mayor medida del goce de salarios, complementados con la explotación de pequeñas parcelas, propias, ejidales o arrendadas, es decir, hacia 1970 , 18 375 predios de propiedad “privada”, el 1.8 % del total de ese sector, concentró el 62.3% de la producción agrícola de ese sector, con 364 629 pesos por predio en promedio, en tanto que 606 839 predios, el 60.8% del total produjeron únicamente el 1.6% del total, es decir, en promedio 291 pesos por predio. Con respecto al sector de propiedad “ejidal”, 4 194 predios, es decir el 0.2% del total del sector generó el 7.4% de la producción, con un valor promedio por predio de 180 949 pesos, mientras 798 664 predios, el 43.2% generaron únicamente el 3.2% del valor de la producción con 409 pesos por predio. Creer, como lo hace el EZLN que la cuestión esencial del sector agrícola gira en torno al artículo 27 constitucional, sobre restringir o no la propiedad de la tierra es pasar por alto el quid del proceso en curso, que reside en la emancipación del proletariado rural y urbano. Como afirma Michel Gutelman : “la ilusión principal de los agraristas consiste en creer que la solución de los problemas agrarios está en otra modificación de las relaciones de propiedad y en otra distribución del ahorro nacional sin que sea necesario tocar a las relaciones de clase fundamentales ni al modo de producción capitalista en su conjunto y, muy en particular, a su manifestación más característica: el mercado”. El populismo mexicano nunca excedió ni ha excedido los límites teóricos y económicos del capitalismo. Es significativo que estas tendencias, que ya eran patentes desde hace más de 40 años, pasaran desapercibidas para el populismo en su formulación actual.

El EZLN, de manera harto significativa, equipara la liberación de las restricciones al comercio de la tierra ejidal con la privatización de las empresas estatales, que según él, las “tenía el Estado para apoyar el bienestar del pueblo” (§5). La industria estatal y paraestatal fue concebida y puesta en marcha a fin de brindar a la empresa capitalista insumos baratos, sobre todo energéticos y asumir el costo y el riesgo de la operación de ramas productivas poco rentables pero necesarias. La existencia de una industria operada por un Estado al servicio de la clase capitalista es una cuestión de la política y programa al interior de esa misma clase, como lo es también la cuestión del comercio con el exterior, abrir o no las fronteras, es decir, aplicar políticas proteccionistas o no, es un problema de la correlación de fuerzas al interior de la clase capitalista y de esta con la burguesía extranjera. Digan lo que digan los capitalistas, atenerse a su palabra es atenerse al dicho de un sector con su propio interés en la cuestión. O sea que la propiedad ejidal actuó como un sector paraestatal al servicio del desarrollo capitalista.

Identificar el viraje, en las políticas referentes a la industria estatal y al comercio exterior hacia una mayor participación de capital privado y extranjero, con una ruta hacia el desastre es un tanto melodramático, se oscurece de esta forma el hecho de que los costos y riesgos de las políticas económicas y sociales capitalistas siempre descansan en los hombros de los proletarios, lo mismo de la ciudad que del campo. Un movimiento que aspire a la supresión del capitalismo debe abogar, en principio, por el progreso del capitalismo, es decir, debe pronunciarse a favor de aquellas políticas que acercan al capitalismo a su fin, debe fortalecer la lucha independiente de todos los explotados por sus intereses y educarlos en la plena conciencia de la naturaleza de las contradicciones del capitalismo, alejando de ellos las fantasías populistas, por muy caras que les resulten. Un trabajo de tal magnitud es, ciertamente difícil, por múltiples motivos, de orden tanto teórico como práctico. Es ciertamente más cómodo hablar de que: “la Constitución ya está toda manoseada y cambiada. Ya no es la que tenía los derechos y las libertades del pueblo trabajador, sino que ahora están los derechos y las libertades de los neoliberalistas para tener sus grandes ganancias. Y los jueces están para servir a esos neoliberalistas, porque siempre dan su palabra a favor de ellos, y a los que no son ricos pues les tocan las injusticias, las cárceles, los cementerios”(§10).

Esto lleva al EZ al planteamiento ultra-revolucionario: “Y los partidos políticos electorales no nada más no defienden, sino que primero que nadie son los que se ponen al servicio de los extranjeros, principalmente de los de Estados Unidos, y son los que se encargan de engañarnos, haciéndonos que miramos para otro lado mientras venden todo y se quedan con la paga. Todos los partidos políticos electorales que hay ahorita, no nomás unos. Piensen ustedes si algo han hecho bien y verán que no, que puras robaderas y transas. Y vean cómo los políticos electorales siempre tienen sus buenas casas y sus buenos carros y sus lujos. Y todavía quieren que les damos las gracias y que otra vuelta votamos por ellos. Y es que de plano, como luego dicen, no tienen madre. Y no la tienen porque de por sí no tienen patria, sólo tienen cuentas bancarias” (§7), y, más adelante: “¿Estamos diciendo que la política no sirve? No, lo que queremos decir es que esa política no sirve.” etc. Planteamiento que olvida que la política no es una construcción arbitraria, sino producto del desarrollo de la lucha de clases, y que no puede hacerse como que puede ser barrida de un manotazo para empezar desde cero, una política verdaderamente de izquierda sería que a los políticos “izquierdistas” se les “tome la palabra” a sabiendas que no cumplirán, pero con la intención de exhibir sus contradicciones e inconsecuencias frente a las masas populares, cuyo retraso político es la fuente última de la sobrevivencia de la lacra política de la “izquierda” oportunista y colaboracionista. Aislar a la vanguardia del movimiento popular sólo sirve al partido conservador. Más útil es un deslinde teórico y programático como el que el EZ realiza con esta Sexta Declaración.

Conclusión.

El esfuerzo de esclarecimiento de sus puntos de vista teóricos que hace el EZLN es digno de reconocimiento, sobre todo en una época caracterizada por un tecno-burocratismo burgués tramposamente presentado por los aparatos ideológicos del Estado como “apolítico”, “ahistórico”, “sin ideología”, que en realidad ostenta la política e ideología burguesas-imperialistas al servicio de la clase capitalista en su desenvolvimiento histórico.

La historia, más que cualquier disquisición teórica confrontará al EZLN con las contradicciones que manifiesta, pues tal resolución se le presentará como una necesidad no sólo teórica o programática sino práctica e histórica.