lunes, 29 de noviembre de 2010

La descomposición política de la izquierda

Después de la gran derrota de la izquierda en las elecciones de 2009 se abrió un periodo de espera de cara a la organización de los procesos electorales de 2010. 2011 y 2012, sin embargo, a diferencia de otras coyunturas semejantes, en la presente, la dirigencia nacional del PRD reservaba una maniobra que no por anunciada resultó menos sorpresiva.

Esa maniobra fue el proceso de alianzas con el PAN para las elecciones de 2010 y 2011, alianzas que habrían “triunfado” según sus defensores, al haber ganado las gubernaturas de Sinaloa, Oaxaca y Puebla, con lo cual, siempre según sus impulsores, el PRI tendría minado el camino a la presidencia de la República en 2012.

Olvidan, sin embargo, los aliancistas, que el PAN en el momento presente difícilmente puede presentarse como un partido político autónomo, pues el Gobierno federal lo ha reducido a un apéndice suyo gracias a la presencia de funcionarios federales en las principales posiciones partidarias, de manera que las “alianzas” con el PAN sólo pueden ser alianzas con el Gobierno federal que según el propio PRD es producto de un fraude electoral.

Por otro lado, esta situación sólo puede tener efectos negativos para la izquierda aglutinada en el PRD, pues ha alimentado la división que ya existía entre las corrientes burocráticas y aquellas más identificadas con las masas. Esta división, en realidad muy antigua y que se remonta al viejo PCM, se ha expresado ahora en la pugna AMLO-NI, pugna que tuvo su punto más álgido en torno a la elección de la dirigencia nacional del partido y que significó la ruptura de ambas alas. A partir de entonces, el enfrentamiento ha ido escalando, y la dirigencia, controlada por NI ha obrado tal y como podía, acudiendo al Gobierno, al cual debía su imposición a través del TEPJF, entablando lo que se ha conocido como las “alianzas” con el PAN.

La división al interior del PRD y entre el PRD y el conjunto de la izquierda ha permitido al Gobierno gozar de un margen de maniobra que de otra manera no hubiera tenido, de manera que no ha tenido problema alguno en la aprobación de los presupuestos federales, y toda una serie de medidas draconianas en materia de seguridad, así como evadir su responsabilidad en los casos de negligencia que han llevado a la muerte a decenas de niños, ciudadanos y trabajadores. Por si fuera poco, el Gobierno lleva adelante una guerra contra los derechos de los trabajadores sin que ésta se traduzca en una contestación política por parte de la izquierda que supuestamente defiende los intereses de las clases trabajadoras. El partido de la izquierda ha quedado así paralizado, imposibilitado de emprender una campaña seria que lo posicione en el espectro político como un verdadero factor de poder, pues ha quedado aislado de la única fuente de poder a la que puede y debe apelar un partido que se dice de izquierda, o sea, a las masas trabajadoras.

En estas circunstancias, las luchas al interior del partido van tomando un cariz cada vez más oportunista, cada vez más carentes de un trasfondo político de largo alcance y resultan por ello más odiosas para las masas que suelen simpatizar con la izquierda. Resulta singular, por cierto, que para algunos cuadros de NI y de sus aliados de ADN esta situación no sólo sea inevitable, sino incluso deseable, lo que revela en buena medida las aspiraciones de estos cuadros a convertirse en meros apéndices del Estado, apenas disimulados con un discurso demagógico “de izquierda”.

Estos cuadros, cuyas tradiciones y aspiraciones no surgieron ayer, pero que hoy se manifiestan con toda su claridad, se han puesto en toda la línea de parte del Gobierno, la izquierda sólo puede esperar de ellos una conducta de sumisión con el poder oligárquico.

Del lado del lopezobradorismo, la situación de descomposición también ha alcanzado niveles críticos, el Gobierno Legítimo ha sido un rotundo fracaso, pues no ha logrado constituirse en un frente cívico-político, mucho menos en una organización capaz de remplazar al PRD en un plazo corto, pese a que se ha intentado lograr esto durante tres años, y encima de todo se ha descuidado el trabajo al interior del propio PRD, dejando a NI-ADN el campo libre para sus tropelías. Y ahora se pretende que el Gobierno Legítimo dé un salto organizativo en unos pocos meses cuando no ha podido hacerlo en tres años, creando una estructura para-electoral llamada “los protagonistas del cambio verdadero”, adherentes del movimiento que sean capaces de atraer votos para AMLO en 2012 y que permitan vigilar las votaciones en ese año. Pero para esto se recurre a las mismas tácticas que ya se han ensayado y que ya han fallado previamente, concretamente, solicitar casa por casa la adhesión al movimiento, creando listas de estos “protagonistas del cambio”, listas que harán las delicias de las oficinas de campaña del PRI y del Gobierno federal.

La dirigencia lopezobradorista apuesta ingenuamente a que la descomposición del Estado y del Gobierno hagan caer el poder en sus manos como una fruta madura, y esta perspectiva le ha hecho ignorar que el proceso de descomposición del Estado mexicano también está acarreando la propia descomposición de la izquierda, pues ésta no ha sido capaz de desarrollar un proceso de recomposición programática que permita aislar a los elementos nocivos de aquellos que resueltamente luchan para defender los intereses populares de los embates de la clase capitalista.

Esta ignorancia puede ser funesta para el conjunto de la izquierda. No puede dejarse pasar.

Contrariamente a las falacias propaladas por la dirección nacional, la izquierda tiene frente a sí la posibilidad de crecer y ganar influencia entre las masas y sobre todo en las organizaciones civiles, pues la crisis ha violentado los ánimos de la población frente al Gobierno y los partidos de derecha, pero al mismo tiempo esas masas rechazan las divisiones dentro del PRD y las maniobras y componendas liquidadoras de NI-ADN, y entonces se muestran reacias a incorporarse a una iniciativa de izquierda, caen en la apatía y se desmovilizan, lo que genera un círculo vicioso en elcual los dirigentes liquidadores justifican su colaboracionismo pretextando el alejamiento de las masas, y las masas se alejan en señal de repudio a ese colaboracionismo con el Gobierno. Es, por lo tanto, una tarea urgente salir de este círculo y restablecer la agenda verdadera de la izquierda,a fin de que se entable una lucha real por la democracia en nuestro país.