martes, 25 de mayo de 2010

La vocación imperialista y la soberanía nacional

Afirma Lorenzo Meyer que la visita de F. Calderón al cementerio de Arlington ha sido lo más rescatable de la gira del Ejecutivo a EU (MVS Noticias, 24 de mayo de 2010). Según han reportado las crónicas periodísticas, en ese lugar se hayan enterrados los cadáveres o se encuentran las lápidas que corresponden a los soldados estadunidenses caídos en combate, incluyendo aquellos que murieron en las invasiones de los EU a México.

Más allá de las anécdotas, y de la manera vergonzante en que el Ejecutivo rindió el homenaje (sin discursos, en cosa de minutos), lo que resalta es la posición de un historiador tan reconocido como Meyer, especialista en las relaciones México-EU, que no puede ignorar la importancia de los símbolos de cara a la historia, pues sólo tomando en serio las frases (que sólo son frases) acerca de la “relación bilateral”, “nuestros socios americanos”, etc., puede tener algún sentido una valoración positiva del acto.

¿Es que Meyer está a favor de una “alianza” de México no “con los EU”, sino con el imperialismo estadunidense? ¿Es que puede haber tal “alianza” entre el amo y el lacayo?

¿Es que México tiene que convalidar, así sea simbólicamente las invasiones estadunidenses a países soberanos a lo largo de la historia, incluyendo las devastaciones de Irak y Afganistán, de las que hemos sido testigos? ¿O es que el Ejecutivo mexicano visitará pronto Irak y Afganistán para rendir homenaje a los combatientes de la Resistencia?

Meyer habla de reciprocidad, que los presidentes estadunidenses han rendido homenaje a los Niños Héroes en sus visitas a México. Pero, Dr. Meyer, al fin y al cabo, un protocolo nunca ha atado las manos de un imperio, pero sí que ha desprestigiado a un país débil. Unas ceremonias de las que muy pocos se acuerdan no lavan la ignominia que el Estado estadunidense y los grandes capitalistas y racistas de ese país se esfuerzan por refrendar día a día con el trato que dan a los migrantes mexicanos en los EU, con sus atropellos financieros y comerciales, y con el habitual desprecio a la soberanía de nuestro país, ¿O sí basta con una ceremonia y unos ramos de flores, Dr. Meyer?

Sólo el recíproco respeto a la soberanía nacional puede ser la base de una buena convivencia regional en América del Norte, como en cualquier otra parte, entre los países que tienen por fuerza que ser vecinos: México, los EU, Canadá y Cuba.

lunes, 24 de mayo de 2010

Trotskismo y estalinismo

El trotskismo constituye una de las orientaciones más conocidas de la Revolución Soviética, su principal exponente ha sido Lev Trotsky, revolucionario que tomó parte en el Octubre Rojo y en la primera parte de la construcción del socialismo en la URSS.

Tras la muerte de Lenin, en 1924, el bloque gobernante en la URSS se fracturó y Trotsky fue proscrito, el nuevo bloque, liderado por Iosif Stalin dirigiría al país desde entonces hasta 1953.

Los puntos de desencuentro entre Trotsky y Stalin no podían ser menos importantes, divergían en torno a la cuestión de si la URSS en tanto factor central de la Revolución mundial tenía que adoptar una de dos alternativas: o bien se constituía en vanguardia del movimiento mundial, o bien se convertía en la retaguardia de ese movimiento. La primera opción era defendida por Trotsky, que sostenía que cada revolución nacional debía ser encauzada por la Internacional Comunista (IC), de manera que escalase hasta la revolución socialista en la medida que lo permitieran las circunstancias, la Unión Soviética tenía que adoptar un papel de primera línea en cada movimiento, a través de la IC, pero Trotsky no debió ignorar las implicaciones que tal política podía tener en un ámbito internacional dominado por el imperialismo, o sea, que la intervención de la URSS podía llevar a una gran guerra en su contra por parte de las potencias imperialistas, por ello, Trotsky se apresuraba a reponer que sin una revolución en al menos una de las potencias imperialistas, la Unión Soviética estaba condenada al exterminio, lo que implicaba que en el caso de revoluciones como la de Alemania en 1918 o en 1923, la Unión Soviética debió jugarse el todo por el todo, pues en la revolución alemana se jugaba también la revolución rusa, y que aunque se pudiese perder todo, bien valía el riesgo si había la posibilidad de que un país como Alemania se pasase al socialismo. De lo contrario, advertía, la degeneración burocrática de una URSS aislada era inminente.

El planteamiento estaliniano era el opuesto, ya que la URSS era débil, sería incapaz de resistir un embate conjunto del imperialismo, y era incapaz de mantener un frente revolucionario en un país como Alemania; consideraba un error craso equiparar la URSS a un movimiento revolucionario de la manera en que lo hacía Trotsky, pues la Unión Soviética era también un Estado, un Estado en un país con fuerzas políticas heterogéneas, que a duras penas eran mantenidas a raya por un PCUS cada vez más burocratizado, y que por todo esto, era necesario que la Unión Soviética se mantuviera a raya de los conflictos mundiales, sirviendo de retaguardia a los movimientos locales, y mostrando el ejemplo de la construcción del socialismo con logros prácticos en el terreno económico.

El crudo realismo de Stalin se impuso al voluntarismo de Trotsky, la crisis del movimiento comunista se ahondó y llevó a las purgas de la “vieja guardia” bolchevique, a fines de los 1930s y al asesinato del mismo Trotsky en 1940. La URSS se convirtió en una fortaleza, con todas las implicaciones que eso tenía para la democracia proletaria; la política de la Unión Soviética se guió de manera casi exclusiva por sus necesidades de defensa frente al imperialismo liderado por los EUA, cuyo poder militar y financiero iba en aumento. La retirada del movimiento comunista europeo después de la guerra civil rusa pasó su factura al movimiento ruso, llevando a la dirección soviética a adoptar un compromiso con las más antiguas fuerzas de la vieja Rusia: el nacionalismo gran ruso, el militarismo, la burocracia zarista, el catolicismo ortodoxo y el Islam.

Stalin fue la personificación de esta síntesis, encarnó el compromiso del movimiento obrero revolucionario ruso con las fuerzas nacionales rusas para constituir un frente contra el imperialismo, que era percibido como una amenaza en común.

Trotsky creyó, ingenuamente, quizá de buena fe, que el movimiento obrero era capaz de cargar, por sí mismo el peso, de una ofensiva contra el imperialismo aún en las condiciones de retroceso general del movimiento internacional.

Aún es pronto para decir cual de los dos, Trotsky o Stalin, tuvo la razón.

jueves, 13 de mayo de 2010

El ajuste español

Las medidas de ajuste que implementa el Gobierno español pueden ser el campanazo que señale el fin del para-imperialismo español, que por sus aprietos financieros se verá obligado, entre otras cosas, a recortar los fondos de “ayuda” a los países pobres, en unos 600 millones de euros. El capitalismo español, capataz del capital europeo y del estadunidense, está mostrando la debilidad de todo el orden financiero imperialista.

Sin embargo, no esperemos que los cipayos de América Latina aprovechen el momento para sacudirse la lacra del capital español, como sería de esperarse en países que aspiran realmente a progresar. Es de temer que si el ajuste no es suficiente, comience un drenaje de recursos de las inversiones españolas en América Latina, con destino a las matrices en Europa, para salvarlas de la quiebra a costa de los trabajadores de Latinoamérica, que en los últimos años no sólo se matan trabajando para los capitalistas mexicanos y para los estadunidenses, sino también para los españoles, lo que arrecia la lucha por los ya escasos beneficios y desperdiga recursos vitales en pura especulación, o sea apuestas de casino financiero mundial. Quizá pronto veamos el resultado de esta cruenta lucha entre los capitalistas del “viejo mundo” y del “nuevo” continente.

viernes, 7 de mayo de 2010

La “cuestión” griega

Finalmente el descontento del pueblo griego ha estallado, desatando movilizaciones callejeras contra el Gobierno, que se ha sometido a los dictados del FMI al mejor estilo de los países tercermundistas en los años 1980s, cuando un Gobierno dependía de que el Fondo le proporcionara o no un préstamo.

Los mismos financistas que prestaron carretadas de euros a un país que a todas luces no podría pagar, con tal de que no se les adelantaran otros bancos, o sea, las bancas de Alemania, Francia e Inglaterra, ahora se devanan los sesos para hallar fórmulas mágicas para que Grecia les pague sus alquimias financieras.

La fórmula finalmente hallada no tiene nada de mágica ni de original, simplemente se trata de sangrar de nuevo a la población griega, mediante un paquete de impuestos y reducción de salarios.

Pero, con todo y que el Gobierno heleno y los Gobiernos europeos aceptaron el plan draconiano y se dispusieron 110 mil millones de euros, para que Grecia le pague a la banca europea, no muy en el fondo, los acreedores dudan que los Gobiernos puedan imponer medidas que reducen a Grecia a un país tercermundista nominalmente perteneciente a la Unión Europea, que, por lo tanto, se habría desinflado, volviendo a ocupar su lugar en la Europa semi-desarrollada.

Y como esta situación es difícilmente aceptable para los griegos, acostumbrados como estaban ya a un nivel de vida relativamente elevado y a considerarse parte integrante de la Europa desarrollada, se han puesto en movimiento, lo que ha llevada al derrumbe de las bolsas, que caen por la creciente conciencia de los financistas de que su dinero no es recuperable, y que tienen que luchar ferozmente para recuperar lo que puedan de sus miles de millones de euros, antes de que la insolvencia de Grecia se contagie al resto del sistema financiero europeo, afectando la valorización del capital y el bienestar de toda Europa.

La resistencia popular griega ha impedido, hasta ahora, salirse con la suya a los financistas, y los ecos de la lucha helénica han sacudido las bolsas de todo el mundo, incluyendo la de México, país en donde se han aplicado ya medidas encaminadas a hacer pagar a los trabajadores los desmanes del Gobierno y de los financistas privados nacionales y extranjeros. El destino inmediato de la economía europea se libra en Grecia, Portugal, España, Irlanda e Italia están ya, como una sombra ominosa, en la antesala de la insolvencia, con deudas que son mucho más voluminosas que la griega.