jueves, 7 de enero de 2010

La Sexta Declaración de la Selva Lacandona: ¿Una apología del capitalismo?

Parte I de II: La Sexta y el capitalismo.

En junio de 2005 se publicó la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El apartado III es una exposición de la concepción zapatista de la organización social contemporánea del mundo y nos brinda una mirada a la ideología del zapatismo chiapaneco.

“Ahora vamos a explicarles – comienza la Sexta- cómo es que vemos nosotros los zapatistas lo que pasa en el mundo” (§1). Se identifica al capitalismo como la organización social dominante: “Pues vemos que el capitalismo es el que está más fuerte ahorita.” (§1). Pero más adelante se caracteriza inexactamente al capitalismo como “un sistema social, o sea una forma como en una sociedad están organizadas las cosas y las personas” (§1), pues una organización social no es una organización de las cosas; el valor, el precio, y las demás categorías económicas no emanan de la naturaleza física de los objetos, sino de las relaciones entre quienes las producen. Dicha concepción de la economía como relación entre cosas fue denunciada en su tiempo por Marx como el “fetichismo de la mercancía”. Esta concepción en la Sexta conduce a afirmar que: “En el capitalismo hay unos que tienen dinero, o sea capital y fábricas y tiendas y campos y muchas cosas, y hay otros que no tienen nada, sino que sólo tienen su fuerza y su conocimiento para trabajar; y en el capitalismo mandan los que tienen el dinero y las cosas, y obedecen los que nomás tienen su capacidad de trabajo.” (§1) Es decir, se asigna a las cosas un poder sobre los hombres que emana de una fuerza oculta y misteriosa al entendimiento. Se separa capital, fábricas y demás como formas del “dinero”, siendo que el mismo dinero y las “cosas” no son sino otras tantas formas del capital, éste último, en tanto que magnitud social, como relación social objetiva, se encuentra representado por determinadas cantidades de mercancías, cuyos precios se expresan en “dinero”. Es decir, de trabajo humano “materializado”. Es la posesión de determinada cantidad de capital la que determina “quién manda” y “quién obedece”, no porque las cosas por sí mismas lo determinen, sino porque el capital es una relación social jerárquica.

Afirma en sentido semejante el EZLN: “el capitalismo quiere decir que hay unos pocos que tienen grandes riquezas, pero no es que se sacaron un premio, o que se encontraron un tesoro, o que heredaron de un pariente, sino que esas riquezas las obtienen de explotar el trabajo de muchos” (§2) Aquí se ve con claridad lo dicho anteriormente, ¿acaso los tesoros, las herencias y los premios tienen sentido fuera de una sociedad basada en la explotación? Lo tendrían si “la riqueza” (el valor) emanara, por decirlo así, de los propios objetos y no de determinadas relaciones en las que tales objetos adquieren significado o valor.

Esta concepción fetichista de la explotación lleva al EZLN a caracterizarla como “injusta” (§2): “el capitalismo se basa en la explotación de los trabajadores (...) Esto se hace con injusticias porque al trabajador no le pagan cabal lo que es su trabajo, sino que apenas le dan un salario para que coma un poco y se descanse un tantito, y al otro día vuelta a trabajar en el explotadero, que sea en el campo o en la ciudad” (§2). En realidad, el salario es la justicia en el capitalismo y, por tanto, ya el salario pagado en lo justo, “cabalmente”, representa explotación, pues nunca incluye el valor completo del trabajo, sino sólo de la fuerza de trabajo, sin explotación asalariada no se puede hablar de capitalismo ya que no se podría hablar de ganancia capitalista y por tanto, de orden capitalista.

Esto constituye una concepción moralista y romántica de la organización capitalista: “Y también el capitalismo hace su riqueza con despojo, o sea con robo (...) es un sistema donde los robadores están libres y son admirados y puestos como ejemplo” (§3). Pero se pasa por alto que, en primer lugar, la dominación de los capitalistas también se expresa en el plano jurídico-político de la sociedad, y que por tanto, la posesión de riquezas condiciona un marco jurídico al servicio de la clase capitalista, un marco que busca adecuarse para favorecer el aumento de la ganancia y el mantenimiento de la explotación capitalista. En otras palabras, lo que para unos es “despojo”, para otros es “progreso”. Claro, se dirá, el “robo”, el “despojo”, tipificados como tales por la propia ley se emplean, sistemáticamente en muchos casos, para aumentar el capital; pero ha de responderse que esto incrementa la explotación, no la crea, puede decirse que incluso el capitalismo más honrado es expoliador de la fuerza de trabajo y de la naturaleza.

El fetichismo de la mercancía y la concepción romántica de las relaciones sociales capitalistas y de su jurisprudencia llevan al EZLN a afirmar que: “Y, además de explotar y despojar, el capitalismo reprime porque encarcela y mata a los que se rebelan contra la injusticia” (§4). Más bien, debiera decirse: el capitalismo reprime a los que se oponen a la propiedad burguesa, o sea, a aquella forma de propiedad que priva a las mayorías hasta de lo indispensable para que unos pocos sean ricos.

Dice el EZ: “Al capitalismo lo que más le interesa son las mercancías, porque cuando se compran y se venden dan ganancias”(§5). Y más adelante: “el capitalismo todo lo convierte en mercancías (...) todo se tiene que poder comprar y vender” (§5), pero hace falta indicar con claridad que es la producción de mercancías la que ha creado al capitalismo, primero ha sido el huevo (la mercancía) y luego la gallina (el capitalismo) y no al revés, como pudiera creerse si no se lee con cuidado lo que dice el EZLN. El capitalismo no es un agente externo que llega de las alturas a trastocar el idílico mundo campesino, es, por el contrario, el producto del desarrollo de la sociedad en un momento dado, concretamente hablando, es, en México la culminación de todo un periodo histórico de destrucción de las comunidades agrícolas heredadas de la época prehispánica y que arranca con la invasión española. El EZLN saca una conclusión acertada: “Y todo lo esconde (el capitalismo) detrás de las mercancías para que no veamos la explotación que hace” (§5) y después: “las mercancías se compran y se venden en un mercado. Y resulta que el mercado, además de servir para comprar y vender, también sirve para esconder la explotación de los trabajadores” (§5). Siempre que se conciba dicha explotación como una relación social objetiva e históricamente determinada, la conclusión es justa, y de hecho constituye una denuncia muy didáctica de la concepción fetichista de las mercancías.

Acomete entonces el EZLN la explicación de la expansión propia del capitalismo. Dice: “O sea que en el mercado vemos mercancías, pero no vemos la explotación con la que se hicieron. Y entonces el capitalismo necesita muchos mercados... o un mercado muy grande, un mercado mundial.” (§6). Una y otra cosa son ciertas, pero el EZLN no acierta a dar el paso final y decir entonces que la explotación engendra explotación incrementada, que la búsqueda de ganancias nunca se detiene pues el estancamiento del progreso capitalista es peligroso y se hace necesaria una expansión agresiva y a gran escala de las relaciones de producción capitalistas así como la sujeción de sistemas de producción no capitalistas a lo largo y ancho del planeta. El fetichismo de la mercancía no es un afán de simulación, sino el producto de una dinámica acelerada de acumulación de capitales.

Pero el EZLN parece concebir al capitalismo como un ente ajeno al desarrollo histórico del mundo, o por lo menos como algo fortuito. Afirma: “Y entonces resulta que el capitalismo de ahora no es igual que antes, que están los ricos contentos explotando a los trabajadores en sus países, sino que ahora está en un paso que se llama Globalización Neoliberal. Esta globalización quiere decir que ya no sólo en un país dominan a los trabajadores o en varios, sino que los capitalistas tratan de dominar todo en todo el mundo. Y entonces al mundo, o sea al planeta Tierra, también se le dice que es el ‘el globo terráqueo’ y por eso se dice ‘globalización’ o sea todo el mundo.” (§7) Lo cual es inexacto, el carácter expansivo del capitalismo subyace en sus mismos orígenes y continúa a la fecha solo que ha pasado por diferentes etapas; su expansión inicial corrió por cuenta de un mínimo de inversiones y un gran intercambio de mercancías, predominaban los productores individuales y los precios se determinaban por el precio de producción y por el precio de mercado, pero los capitalistas sólo estaban “contentos explotando en sus países” por cuanto sus medios les impedían llegar más lejos. En cuanto se constituyeron gigantescos consorcios monopolistas, gracias a la centralización y a la concentración de capitales antes dispersos, hacia los años 1870-1900, se impuso el precio de monopolio, la explotación de unos capitalistas sobre otros. El ascenso de los imperios capitalistas, EU, Inglaterra, Francia y Alemania y el Japón, se dio por la competencia de los grandes monopolios nacionales por las áreas de influencia geopolítica, las fuentes de materias primas y los mercados coloniales. Esta etapa, continuación necesaria, objetiva, de la anterior, se denomina internacionalización del capital, expansión imperialista del capital, o simplemente, imperialismo. El EZLN retoma de los economistas vulgares el término de “Globalización Neoliberal”, que nada nos dice del dominio del capital monopolista sobre el conjunto de la economía mundial, ni del carácter predominantemente imperialista de dicha economía, es decir, de la dominación y explotación de la mayor parte del planeta por unos países “avanzados”. Hablar de “globalización” induce a pensar en una expansión uniforme de las relaciones capitalistas en toda la Tierra, cuando el proceso en realidad es una expansión a tirones, desigual y desproporcionada, guiada por la lucha entre monopolios y entre las distintas fracciones de las clases capitalistas de los diferentes países. La desigualdad o desproporcionalidad de la producción es también una característica del capitalismo desde sus albores, y no es privativa de esta época, como a veces se aduce. En cuanto a lo de “neoliberal”, dice el EZLN: “Y el neoliberalismo pues es la idea de que el capitalismo está libre para dominar todo el mundo y ni modos, pues hay que resignarse y conformarse y no hacer bulla, o sea no rebelarse. O sea que el neoliberalismo es como la teoría, el plan pues de la globalización capitalista. Y el neoliberalismo tiene sus planes económicos, militares y culturales. En todos esos planes de lo que se trata es de dominar a todos, y el que no obedece pues lo reprimen o lo apartan para que no pase sus ideas de rebelión a otros.” (§8). Pero la realidad es que no existe tal plan de dominación, sino muchos planes, muchas veces opuestos entre sí y que poco o nada tienen que ver con el pensamiento liberal y todo que ver con la lógica del imperialismo. La viejísima fábula izquierdista del lobo liberal que corrompió a la pequeña producción hace culpables del surgimiento del capitalismo en el siglo XIX a las teorías de Smith y Ricardo, cuando ellos únicamente descubrieron algunas leyes de su funcionamiento, Smith apologizó el orden naciente, Ricardo avanzó en su conversión en objeto de estudio de la ciencia, nada menos... y nada más. El orden imperialista es de hecho la negación del liberalismo, por cuando subordina al mercado a una estructura de monopolios que expolian al conjunto de la sociedad por medio de una estructura jerarquizada de precios monopólicos.

Afirma el EZLN: “Entonces, en la globalización neoliberal, los grandes capitalistas que viven en los países que son poderosos, como Estados Unidos, quieren que todo el mundo se hace como una gran empresa donde se producen mercancías y como un gran mercado. Un mercado mundial, un mercado para comprar y vender todo lo del mundo y para esconder toda la explotación de todo el mundo. Entonces los capitalistas globalizados se meten a todos lados, o sea a todos los países, para hacer sus grandes negocios o sea sus grandes explotaciones. Y entonces no respetan nada y se meten como quiera. O sea que como que hacen una conquista de otros países. Por eso los zapatistas decimos que la globalización neoliberal es una guerra de conquista de todo el mundo, una guerra mundial, una guerra que hace el capitalismo para dominar mundialmente. Y entonces esa conquista a veces es con ejércitos que invaden un país y a la fuerza lo conquistan. Pero a veces es con la economía, o sea que los grandes capitalistas meten su dinero en otro país o le prestan dinero, pero con la condición de que obedezca lo que ellos dicen. Y también se meten con sus ideas, o sea con la cultura capitalista que es la cultura de la mercancía, de la ganancia, del mercado.” (§9) Y aquí queda claro que por “neoliberalismo” debe entenderse una “guerra de conquista de los países poderosos”, claramente se advierte cómo los conceptos de globalización y neoliberalismo castran este párrafo pues impiden ver que los países poderosos no sólo hacen la guerra a los explotados, sino que pelean entre sí por el botín, que tal sojuzgamiento del mundo procede de muchos centros antagónicos entre sí y que por tanto se da en medio de una lucha cruenta y/o incruenta pero siempre sin cuartel entre naciones; que, a fin de cuentas, es una lucha entre poderosos grupos capitalistas monopolistas.

La concepción romántica del EZ del proceso de acumulación del capital trasmina toda la concepción del proceso de expansión del capitalismo en extensión, pero también sobre el proceso de expansión en intensidad, esto es, la incorporación de nuevos procesos productivos y de nuevas capas de población a la dinámica de la explotación capitalista en países que ya son capitalistas. Esto se trasluce claramente cuando el EZLN afirma: “el capitalismo hace como quiere, o sea que destruye y cambia lo que no le gusta y elimina lo que le estorba. Por ejemplo, le estorban los que no producen ni compran ni venden las mercancías de la modernidad, o los que se rebelan a este orden. Y a esos que no le sirven, pues los desprecia.” (§10). ¿En qué consiste ese desprecio?, “el capitalismo neoliberal también quita las leyes que no lo dejan hacer muchas explotaciones y tener muchas ganancias. Por ejemplo, imponen que todo se pueda comprar y vender, y como el capitalismo tiene todo el dinero, pues lo compra todo. Entonces como que el capitalismo destruye a los países que conquista con la globalización neoliberal, pero también como que quiere volver a acomodar todo o hacerlo de nuevo pero a su modo, o sea de modo que lo beneficie y sin lo que le estorba.”(§10). Esto es fundamentalmente exacto, pero omite una cuestión al menos, ¿qué son esas mercancías de la modernidad según el EZLN?, ¿teléfonos celulares y computadoras?, los productos de la agricultura también son mercancías, y las mercancías sólo se diferencian, en términos económicos, por su precio, es decir, por la posibilidad de intercambiarse unas por otras en determinadas proporciones, su valor de uso o utilidad las hace objetos del consumo y hace necesario el intercambio, pero no crea categorías diferentes de mercancías en términos de la economía política como no sea en la distinción entre consumo productivo (máquinas, materias primas) y consumo no productivo (bienes de consumo), que nada tienen que ver con algo llamado “modernidad”.

Por ejemplo, un teléfono celular tiene un uso diferente que doscientos kilos de grano de maíz, pero suponiendo que se ha invertido la misma cantidad de trabajo en producirlos, entonces un acaparador de maíz podrá intercambiar esos doscientos kilos por el teléfono celular y ¿de dónde obtuvo el acaparador el maíz? Pues de un determinado número de agricultores proletarios o semiproletarios que le han incorporado el valor a ese maíz. El hecho es que en la categoría de mercancías no se reconoce tal concepto de “mercancías de la modernidad”, desde el pequeño agricultor hasta el más poderoso banquero o industrial se encuentran ya inmersos en el sistema de relaciones capitalistas en la medida en que recurren al mercado de mercancías y de trabajo para satisfacer sus necesidades, dondequiera que tenga lugar el uso de dinero, dondequiera se establezca la compraventa de trabajo asalariado se dice que el capitalismo es generado.

La diferencia tiene lugar en la cuestión de la división internacional del trabajo, en la que los países imperialistas se reservan la producción más rentable, pues tienen grandes empresas con un gran nivel tecnológico, que pueden fabricar productos y dar servicios que nadie más puede proveer, lo que les permite obtener grandes ganancias. Pero necesariamente estos productos y servicios tienen que intercambiarse por los productos de los países coloniales y semicoloniales, de lo contrario ni cabe hablar de un mercado mundial.

Por ello, para el capitalismo no hay realmente despreciables, siempre se puede explotar algo a cualquiera, incluso la masa de desocupados son útiles como reserva de brazos y cerebros y un medio para mantener bajos los salarios (y altas las ganancias) por la competencia entre trabajadores; el “desprecio” no es otra cosa que un efecto concomitante de la explotación.

El problema es que el EZLN ve al capitalismo como un fenómeno espurio y ajeno a las capas campesinas y/o indígenas y a los países sojuzgados por el imperialismo, lo cual constituye un error. El capitalismo se ha desarrollado ya en el seno de estos grupos y países alrededor del mundo. Aduciré en apoyo de esta hipótesis el hecho, por todo el mundo aceptado y que considero no requiere mayor comprobación de la ingente migración hacia las ciudades y hacia los países capitalistas imperialistas. En México, el proceso es patente, desde el campo hacia la ciudad migran no solo mestizos sino indígenas, y también lo hacen con dirección a los EU. Es decir, el campo mexicano ha sufrido, a raíz de la reforma agraria, un potente proceso de diferenciación de los campesinos en burguesía por un lado y proletariado por otro. Este proceso sería el origen de la pobreza rural (y urbana también), que es otra forma de decir el origen de un mercado rural, o igualmente, del capitalismo en el campo. El punto es, entonces, que el capitalismo ha surgido en el campo como en la ciudad y no por obra de los neoliberalistas; que tal destrucción “ de la cultura, del idioma, del sistema económico”, etc., viene desde dentro mismo del país, aunque se ha acelerado por factores externos, y es, contra lo que piensa el EZLN, un proceso que viene de lejos, pues prácticamente comienza con la invasión española, pero incluso hunde sus raíces en el pasado prehispánico en que se conformaron los actuales pueblos y localidades mexicanos.

“O sea que queda destruido todo lo que hace que un país sea un país” (§10). No, lo que queda destruido son los viejos ordenes capitalistas poco desarrollados o precapitalistas, lo que hace la internacionalización de capitales es subordinar este proceso a los intereses de grupos monopolistas extranjeros, pero el proceso ya existiría incluso sin su concurso.

La “globalización neoliberal quiere destruir a las naciones del mundo y que solo queda una sola nación o país, o sea el país del dinero, del capital.”(§11) Clama el EZLN. Y sigue: “Y el capitalismo quiere entonces que todo sea como él quiere, o sea según su modo, y lo que es diferente pues no le gusta, y lo ataca, o lo aparta en un rincón y hace como que no existe.” (§11). Pero no es así, lo que se ve amenazado son las formas inferiores del capitalismo y las subsistencias precapitalistas, a saber, la producción artesana, la explotación campesina y el pequeño comercio. Es decir, el pequeño capitalista confunde su propio hundimiento con el hundimiento de la sociedad toda y protesta, como lo hace aquí el EZLN contra la gran producción que lo amenaza. Así lo hicieron en su momento los economistas románticos contra la expansión de la gran industria en la Europa continental a principios del siglo XIX, predicando contra “el mal ejemplo de Inglaterra”, también elevaron su indignación los populistas rusos a fines del mismo siglo contra “el mal ejemplo de Europa Occidental” y así claman hoy los populistas mexicanos contra “la invasión del neoliberalismo”. Y todos, unánimemente, culpan a Smith y a Ricardo de la debacle de la pequeña producción. No se atina a reconocer el hecho fundamental de que el progreso del capitalismo no tiene por qué corresponderse con el bienestar y progreso de todas las clases y capas de la sociedad capitalista, sino más bien al contrario, mercado = pobreza de la mayoría = enriquecimiento de la minoría.

Al igual que las anteriores corrientes de pensamiento populista, la crítica que hace el EZLN de las contradicciones del capitalismo es del todo justa: “Entonces, como quien dice que resumiendo, el capitalismo de la globalización neoliberal se basa en la explotación, el despojo, el desprecio y la represión a los que no se dejan. O sea igual que antes, pero ahora globalizado, mundial.” (§12) Lo es también su reconocimiento del valor de la lucha coaligada de todos los explotados: “los explotados de cada país pues no se conforman... sino que se rebelan y no se dejan ser eliminados... y no solo en un país, sino que donde quiera abundan, o sea que, así como hay una globalización neoliberal, hay una globalización de la rebeldía” (§13). Este mismo reconocimiento coexiste con la visión apocalíptica propia del pequeño burgués que mira con horror la destrucción de su pequeño mundo por la gran producción mecanizada: “nos produce gran asombro por ver la estupidez de los neoliberalistas que quieren destruir toda la humanidad con sus guerras y explotaciones, pero también nos produce gran contento ver que donde quiera salen resistencias y rebeldías...” (§16).

¿Qué propone exactamente el EZLN? ¿La “salvación” de la pequeña producción o, por el contrario, quebrar el dominio imperialista? Ambos planteamientos se encuadran igualmente en el “anticapitalismo”. Esta cuestión aún demanda una respuesta concreta.

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