Sobre todo a partir de los 1970s cobró
un especial interés la cuestión del endeudamiento de los Estados
subdesarrollados, más bien coloniales. Este proceso se debió en lo
fundamental a los procesos de industrialización que fueron en gran
medida financiados por los gobiernos y que generaron déficit
crecientes, a lo que se sumaron los derroches y la deficiente y
regresiva hacienda pública. El resultado neto fue el prácticamente
impagable endeudamiento público de países como México. Y mientras
más deuda de contraía se llegó al extremo de contratar deuda para
pagar intereses de deudas anteriores (!).
La crisis del capitalismo mundial
convirtió las finanzas públicas en fuente de fortunas fáciles para
los tiburones financieros. Sobre todo la banca internacional de EU,
Europa occidental y Japón se han enriquecido a costa del resto del
mundo. Aunque cabe anotar que los propios países imperialistas son
presas del déficit y la deuda, son de hecho los países más
endeudados del mundo, pero la diferencia respecto a los países
coloniales es que estos países tienen en sus manos mucho mayores
recursos y las monedas que ellos mismos emiten son las monedas
mundiales, lo que les permite transmitir la inflación que generan al
resto del mundo y sentir menos sus efectos. Por tanto, la deuda de
los países imperialistas no se traduce necesariamente en un
debilitamiento de esos países, mientras que la deuda de los países
coloniales se traduce siempre en una mayor dominación de ellos por
los países imperialistas.
Anexo.
Intervención del diputado
Covarrubias en el Congreso con motivo de la discusión sobre el
crédito de la casa B. A. Goldschmidt y Cía. de Londres (década de
los 1820s).
“De
ninguna manera puedo aprobar el artículo como está; sino que sea
condición del préstamo el que precisamente se reciba y pague el
dinero en México, y que sea dinero efectivamente traido de afuera.
Porque ya que admitimos un mal y un gran mal, y cuando lo propuso el
gobierno anterior me opuse
con todas mis fuerzas a semejantes préstamos extranjeros: ya que no
se puede remediar a lo menos evitemos en cuanto podamos sus
fatalísimas consecuencias. Tres géneros de tiranía distingo yo:
tiranía de hierro, que es en la que estuvimos colonos; tiranía
dorada cuando reina una testa del país; y tiranía de trampa,
tiranía numeraria, cuando un pueblo enreda a otro por
medio de préstamos en sus cálculos usurarios y mercantiles, y en
esta hemos inadvertidamente caído de resultas de lo estúpido y
atolondrado del gobierno anterior. Que el que debe a otro se hace su
esclavo lo dice el Espíritu Santo, a quien me atengo, sobre todos
los charlatanes políticos del día; así en el momento en que esta
nación sea deudora de las europeas en ese mismo se hace su esclava.
Y claro está, porque desenredando todo el embrollo, lo que resulta
en último análisis es que por ocho millones de préstamos la nación
viene a ser tributaria de la Inglaterra en 960,000 ps. anuales; y
como está el artículo, estos
ocho millones son imaginarios, porque a nuestros comerciantes para
hacer soltar el dinero al gobierno, les brindan con préstamo
cuádruplo o quíntuplo del dinero que dan al gobierno, y como ganan
un ciento por ciento en el valor de sus efectos, la exhibición de la
Inglaterra es nula; porque lo que da son sus ganancias lucradas en
los tontos y estúpidos mexicanos. Se me dirá que ellos pierden el
tiempo, y que este lucro cesante es necesario recompensarlo. Yo
aunque bárbaro sé muy bien por sus escritores que [Inglaterra] está
atestada de rezagos, muertos en sus almacenes, y
como no sé por qué fatalidad los mexicanos somos víctimas de los
fraudes europeos, nosotros mismos como el estúpido pez hemos
tragado el anzuelo, y no nos falta más para caer en las redes de la
Cartago de nuestros tiempos sino que circulen entre nosotros los
papeles de su maldito banco...
“La
tercera y la más espantosa, es
que las bancarrotas y la falta de industria, creará a los
extranjeros nuestros capitalistas, ellos impelerán a toda la nación
a escarbar minas y hacer azúcar, y como nada hay más mortífero que
las minas, y las cañas sólo se dan en malos temperamentos, la
población irá a menos, y nuestros nietos ocuparán el lugar, unos
el que ocupan hoy en día los negros de Cuba, y los otros el de los
barreteros. Y a mucha gloria tendrá un mexicano en llegar a ser el
azoguero de un Lord inglés.
“Yo
no soy Midas para que quiera que todo se vuelva plata. Sé muy bien
que el oro y la plata no es más que un signo de convención. Sé
que la verdadera riqueza de un estado es la suma mayor de
producciones de todo género.” (Tomado de Manuel López Gallo,
Economía y política en la historia de México, México
15a, 1978, págs. 100-101).
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