martes, 4 de octubre de 2011

De nuevo la cuestión griega

Los bancos europeos gritan desesperados “hay que salvar a Grecia”, o sea, hay que salvar el crédito griego en esos grandes bancos. No se trata, como pretenden de “salvar” a Grecia, como suelen decir.

La importancia del país helénico reside en el hecho de ser el eslabón más débil de la cadena financiera mundial, pues su quebrantamiento llevaría a la moratoria de países como Portugal e Irlanda y afectaría incluso a Italia y España, reto al que no pueden responder los organismos financieros europeos, incluso con el poderío de Alemania y Francia combinados.

Los EU han mirado con cierto regodeo los apuros de sus “socios” al otro lado del Atlántico, pero no muy en el fondo reconocen que el derrumbe del euro significaría una crisis mundial a la que no podrían sustraerse, pues el propio dólar pasa apuros, al tener por base las volátiles reservas petroleras del Próximo Oriente, que sólo mantiene bajo su potestad a costa de su poderío militar y el sostenimiento de regímenes aliados, bases que las revueltas árabes han hecho tambalear.

Por lo pronto, Grecia continúa desatando tempestades en los círculos financieros, que insisten que el pequeño país saque oro de las piedras para pagar sus deudas, deudas que fueron inducidas a ciencia y conciencia por los mismos bancos que hoy rabian con los “irresponsables” que se endeudan más allá de sus posibilidades.

Al menos el proletariado griego y las masas trabajadoras han entablado una lucha que se ha prolongado por más de cuatro años, y que ha puesto en jaque al Gobierno en muchas ocasiones. La página dista de haber sido dejada atrás.

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