miércoles, 9 de septiembre de 2009

La acumulación de capital en México

La situación concreta de las clases sociales en México está lejos de ser esclarecida, aunque se han hecho investigaciones históricas sobre la actuación política de las organizaciones sindicales y patronales. Además está la labor esclarecedora que ha tenido la lucha entre las propias élites económicas en torno al presupuesto del Gobierno federal, que es un factor de primera importancia en el proceso de acumulación de capital de la clase capitalista mexicana; aquella empresa que puede evadir una mayor cantidad de impuestos y al mismo tiempo hacerse de contratos, préstamos y subsidios gubernamentales, puede asegurar una gran ventaja sobre sus competidores; la ayuda del Estado se vuelve un factor importante del proceso capitalista mexicano.

Desde luego, esta prerrogativa favorece sobre todo a los grandes monopolios como Televisa, TV Azteca, Telmex, etc., que reciben grandes recortes de impuestos. Televisa “paga” sus contribuciones en especie, algo sin precedentes; otros se atienen a los “regímenes de consolidación fiscal” en los que las pérdidas de una empresa perteneciente a un corporativo sirven para evadir impuestos derivados de las ganancias habidas en otra empresa del mismo corporativo. También juega un papel importante la devolución del IVA (Impuesto al Valor Agregado), valiéndose de las exenciones a alimentos y medicinas.

Por un lado y por otro, los monopolios se hacen de recursos, no con base en otra cosa que la fuerza económica. Esa fuerza económica se deriva de la capacidad de un monopolio de controlar ramas enteras de la economía y así hacer que su funcionamiento normal sea una necesidad social que no se puede suprimir sin causar graves trastornos al conjunto social.

El conjunto de los monopolios adquiere así un poder sobre el conjunto social que hace a la vía capitalista de desarrollo irreversible, planteando el problema de la socialización de la producción, haciendo que las ideas de un mundo basado en la pequeña producción se conviertan en meras utopías.

La socialización de la producción constituye aquel proceso en que las empresas son cada vez más grandes e involucran cada vez más trabajadores, tales empresas se van imbricando crecientemente entre ellas y con el Estado. Bancos, grandes fábricas y el Estado se van integrando en un único mecanismo que domina y regula la economía social.

Pero la socialización de la producción nunca involucra directamente la socialización de los beneficios, pues la propiedad privada de las máquinas, materias primas e insumos, etc., lo impide.

Como la socialización de la producción sigue su camino inexorablemente, la propiedad privada de los grandes capitalistas se hace cada vez más incongruente con los intereses comunes de la sociedad, pues la defensa de la propiedad privada provoca crisis periódicas cada vez más destructivos, en las cuales se destruyen partes completas de la economía para volver a hacerla rentable para una minoría de capitalistas.

En un momento determinado, a fin de que la socialización de la producción continúe, se hará necesaria y posible la abolición de la propiedad privada capitalista, lo que inaugurará una nueva época en las relaciones sociales, pues tal supresión dará fin a la explotación del trabajo ajeno.

México no es, en modo alguno, ajeno a la marcha de este proceso. La crisis que barre el país, la creciente disparidad del ingreso, la parálisis del Gobierno, son todos factores que se derivan, en última instancia, de la contradicción entre la creciente socialización de la producción y el carácter capitalista privado de la apropiación.

La acumulación del capital en México sigue el mismo derrotero que en el resto del mundo, aunque su camino difiera en múltiples aspectos. No pocos autores tienden a sobrestimar al capitalismo, creyendo que éste se desenvuelve de una manera uniforme en todos los países y en todas las épocas; mientras que otros autores creen que las diferencias nacionales y temporales pueden dar pie a un excepcionalismo en el que el desarrollo en cada época y país es enteramente arbitrario y sólo sigue sus propias pautas. Ambas maneras de razonar son equivocadas, la particularidad del capitalismo no implica que no siga ciertas líneas uniformes que permiten hablar de un modo de producción capitalista y de formaciones sociales capitalistas.

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